Opinión

El alma republicana

Las reacciones en el seno del PSOE a la abdicación de don Juan Carlos y a la proclamación como rey del príncipe Felipe el próximo día 18 lleva camino de convertirse en una nueva materia de controversia y enfrentamiento a añadir a las disputas por el liderazgo de un partido que declara tener alma republicana pero que apuesta por la estabilidad constitucional y que ha apoyado desde la dirección actual el procedimiento parlamentario por el que España contará con un nuevo rey.

Como ‘hombre de Estado’, Alfredo Pérez Ru-balaca, que todavía no se ha ido y ya le añoran el partido en el Gobierno, porque no les gana las elecciones; los partidarios de la tercera vía para tratar de resolver la cuestión catalana, incluidos dirigentes nacionalistas; los empresarios que creen que evitaría tentaciones de radicalismo, y, en definitiva, todos aquellos que están dispuesto a enterrar su vida política con honores -como él mismo ironizó-, deja como última herencia el “orgullo” por el consenso constitucional alcanzado durante la Transición que llevó al pacto sobre el modelo de Estado en el que el PSOE ha estado “y vamos a seguir estando”, dijo.

Es decir, ninguna veleidad sobre la celebración de un referéndum en el que se elija entre Monarquía o República, de incierto resultado con el ‘juancarlismo’ en horas bajas y sin que el ‘felipismo’ haya podido poner en marcha los nuevos tiempos de ejemplaridad monárquica que refuercen la institución, y que haga de su pervivencia una cuestión a pie de página en la vida política nacional como tantos años ha sido.

Por el momento las peticiones de un referéndum o de libertad de voto sobre la ley de abdicación –aunque tenga escaso sentido por el tenor de la norma- y para tratar de marcar distancias con el “son lo mismo” no dejan de ser minoritarias, aunque no menos legítimas que aquellas que mantienen quienes prefieren seguir los dictados de la dirección saliente de no mover la mesa para no añadir incertidumbres a un momento convulso, apoyándose para ello en una Constitución que garantiza la democracia y en una mayoría parlamentaria que votará por inmensa mayoría la abdicación gracias al concurso de los socialistas, y que se aprecia como la última contribución de Rubalcaba a la normalidad institucional. Así, no estarían desencaminados aquellos que señalan que se ha preferido esta hora para la abdicación que más adelante, con un Parlamento más fraccionado y con una mayoría menos contundente a favor de la Corona.

A esa decisión se ha sumado Susana Díaz, que sin presentar aún sus cartas credenciales para dirigir el PSOE, traza la senda del partido en cuestiones de Estado -ya lo hizo sobre Cataluña- y que ha tomado ventaja sobre los posibles candidatos a la secretaria general, o a las elecciones generales, que han guardado un cauteloso silencio, excepto el representante de la corriente minoritaria Izquierda Socialista que tiene el ADN republicano más acentuado. Los socialistas mantuvieron en su última Conferencia Política su posición sobre el modelo de Estado no sin debate y abucheos y quienes apuestan por el referéndum lo hacen para no perder más terreno por la izquierda. Que la tradición republicana del PSOE crezca y salga del debate orgánico dependerá del propio Felipe VI.

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