Opinión

Buenas noticias y cautelas desde Bruselas

Al Gobierno las buenas noticias le llegan desde Bruselas, donde se muestran más optimistas que el propio Ejecutivo respecto al crecimiento del PIB para este año, aunque se revisarán las previsiones. El ministro Luis de Guindos siempre suele tirar a la baja en las previsiones que es una forma de que no le llamen triunfalista y de presentar el éxito de su gestión a poco que mejoren los datos del cuadro macroeconómico. La Comisión Europea considera que España crecerá a lo largo de este año un 2,3%, que significa que nuestro país es una de las locomotoras de la Unión Europea para tirar de un crecimiento anémico.

El problema para el Gobierno es que a pesar de este buen pronóstico y de que el último barómetro del CIS y de la confianza de los consumidores muestren algo menos de pesimismo, todavía no han logrado hacer que cale entre la ciudadanía el mensaje de la recuperación, porque ha sido tanto el empleo, sueldos y servicios públicos que han perdido que el recuerdo de la situación anterior a la crisis y sobre todo el incumplimiento de las promesas electorales –no subir impuestos, no reducir servicios públicos, haber votado en contra de medidas adoptadas por el Gobierno anterior que han corregido y aumentado- pesa más por el momento que las buenas expectativas económicas..

Si a esta circunstancia se une que la propia CE afirma que hasta 2017 no se bajará del 20% de paro, que sigue siendo la principal preocupación de los españoles, se entiende que el optimismo del Ejecutivo por la marcha de la economía no se traduzca de forma directa en una mejora significativa de la estimación de voto, que suponga la recuperación de los diecisiete puntos que ha perdido desde las pasadas elecciones generales, según el CIS. 

Pero las buenas noticias que llegan de Bruselas tiene dos puntos débiles, el primero el posible incumplimiento de la previsiones de déficit en los dos próximos años, en 2015 porque la UE se malicia que al ser año electoral en todos los ámbitos de la Administración va a subir el gasto público para arrimar el ascua a su sardina y por los efectos que pueda tener la reforma fiscal. El segundo es que la potencia del sector exterior para equilibrar la balanza comercial ha sido un espejismo y que pese al aumento de la competitividad vía rebaja de costes laborales, las importaciones se han comido a las exportaciones en cuanto que ha repuntado el consumo interno y la empresas han comenzado a ver la luz al final del túnel y a comprar fuera. 

A la hora de señalar las causas de esa mejora de la economía española, Bruselas las reparte entre las reformas acometidas –las mismas que hacen descender la expectativas de voto del PP- y a las que pone como ejemplo, pero también en otras que quedan fuera del ámbito de actuación del Gobierno, como la bajada de los precios del petróleo, la mejora de las previsiones económicas –aunque débiles- en el conjunto de la UE debido a la política expansiva del Banco Central Europeo y la mejora de las condiciones de financiación, y sin dejar de señalar que además del paro, el otro gran problema de la economía española es el alto nivel de deuda pública y privada. En fin, buenas previsiones si la situación griega y la deflación no empeoran la situación

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