Opinión

Cambios populares

Como en cualquier orden de la vida, el movimiento se demuestra andando y las palabras tienen un poder taumatúrgico cada vez más escaso, de tal forma que no basta con decir que tal o cuál dirigente es moderado para que lo sea, y luego el movimiento haya que demostrarse andando. La defenestrada portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, ha perdido una de las batallas ‘culturales’ al no poderse deshacer de la etiqueta de “verso suelto” o halcón del PP en favor de quienes van a incorporarse a partir de ahora a la dirección del PP, con la vitola nominal de ‘moderados’, aunque está desmentida por sus actos y declaraciones. 

La primera consecuencia del cambio de portavoces en el PP puede ser un nuevo retraso en la renovación de los órganos constitucionales, el CGPJ, la parte correspondiente de magistrados del Tribunal Constitucional y del Defensor del Pueblo, que parecía cercana y que ahora tendrá que esperar a la recomposición de los nuevos equipos. Esa renovación con carácter inmediato, para poner fin a la anomalía del desprecio de los partidos a la normalidad institucional, sería una muestra de un nuevo ambiente de moderación, pero supondría que el PP dejara aparcada una vez más su insistencia en que el órgano de gobierno de los jueces sea elegido de forma corporativa y no parlamentaria. Ahora se abre un nuevo periodo de reflexión al respecto. 

Las nuevas incorporaciones a la dirección popular, la exalcaldesa de Logroño Cuca Gamarra, en el Congreso, José Luis Martínez-Almeida como rostro amable y Ana Pastor como con imagen de buena gestión, capacidad política y cintura para negociar deberán demostrar que su nombramiento sirve para lo mollar para las negociaciones entre bambalinas y para que el PP recupere la imagen de partido de Estado y de gobierno que no solo se alimenta de la bronca –la salsa de las sesiones de control al Gobierno, pero que no debiera pasar de ahí- y buscar acuerdos de fondo. 

No obstante, es preciso recordar que tanto Cuca Gamarra como Ana Pastor fueron las portavoces del PP en la Comisión de Reconstrucción y desde ese puesto las encargadas de contribuir a convertirla en una caricatura de los pactos de la Moncloa que pretendía Pedro Sánchez. 

Cuál será el papel del nuevo portavoz nacional del PP. el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, es la gran incógnita. Durante la gestión de la pandemia se ha acrecentado su figura por dos motivos, un mérito propio derivado de su acción política de cercanía con los vecinos y de colaboración institucional, y otro sobrevenido, porque su actitud contrastaba con la de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, convertida en el martillo del Gobierno. Su éxito fundamental ha sido la firma de los Pactos de la Villa, con 352 medidas consensuadas con todos los partidos del consistorio para salir de la crisis económica y social. No parece que esa voluntad de acuerdo circunscrita al ámbito municipal se pueda extender al ámbito nacional si puede descafeinar la posición del PP como alternativa al Gobierno. 

Con los nuevos nombramientos, Pablo Casado quiere ampliar la puerta de entrada a la “casa común” del centro derecha, en la que los aznaristas, que no son pocos y no han dicho la última palabra, disponen de una habitación con vistas desde la que urdir la recuperación del espacio perdido con la caída de Álvarez de Toledo 

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