Opinión

Confrontación o negociación inteligente

Del trágico “De Madrid al cielo” de una perversión intelectual descarada y del "con la independencia  se habrían producido menos muertos", que ha resultado ser un eslogan falso, se ha pasado a la realidad de la ineficacia compartida y a la pérdida de tiempo durante la tregua que concedió el confinamiento, antes de que se volvieran a producir los rebrotes de los contagios del covid-19, sin que se adoptaran las medidas socioosanitarias precisas para impedirla extensión de la enfermedad.

En este tiempo la máquina del “procés” no ha dejado de trabajar ni un solo instante. El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont ha terminado de armar su partido, JxCAT, ha lanzado una OPA a los restos de la Convergencia pujoliana y ha endurecido el mensaje de confrontación con el Estado en el frente político, en el judicial y con la presión sobre el modelo de Estado tras la salida de España del rey emérito. Es difícil determinar si Puigdemont es un visionario o un aventurero. Su proclama de que el independentismo debe dirigirse hacia una confrontación inteligente contra el Estado puede tener su sustento teórico en las luchas de liberación de los pueblos colonizados contra las metrópolis, En este mometo esa actitud es situarse fuera del tiempo histórico y de la realidad más palpable que es el ordenamiento jurídico político nacional y el contexto europeo, más preocupado por otras cuestiones más relevantes pero de todas formas vigilantes sobre cualquier movimiento que convulsione la arquitectura institucional. Como Cataluña no es una colonia, ni España un Estado opresor, sino una democracia consolidada, el enfrentamiento es completamente desigual y la fortaleza del Estado de derecho acabará imponiéndose como ha ocurrido en otras ocasiones recientes. No obstante Puigdemont y los suyos saben que si no es por la vía de la confrontación no podrán lograr el desideratum de la república catalana independiente.

Además de trabajar en ese marco conceptual, el partido de Puigdemont, con Quim Torra al frente de la Generalitat trabaja en la consolidación del partido para revertir las encuestas y la sensación de que en las próximas elecciones autonómicas ERC puede ser la fuerza mayoritaria. Por ese motivo, al contrario que en Galicia y el País Vasco, cuyos gobiernos tenían el viento de cola para volver a ganarlas, Torra, a costa de la pandemia, dilatara la convocatoría lo máximo posible, sin recordar su promesa de convocar los comicios tras ser aprobados los presupuestos regionales.

Frente a la confrontación inteligente, desde ERC han propuesto la negociación inteligente. Una negociación bloqueada por el propio Quim Torra y que en el Gobierno central cuenta también con división de opiniones respecto a su urgencia, y en torno a la cual existe también otro problema de fondo, la actitud de los de Oriol Junqueras respecto a la aprobación de los Presupuesstos Generales para 2021. De la confrontación del 1-O procede la frustración de la ciudadanía catalana y de que los partidarios de la independencia disminuyan poco a poco. El diálogo inteligente no ha tenido ocasión de demostrar su virtualidad por cuanto solo ha tenido lugar una reunión. Está acreditado que el diálogo es el único medio válido para resolver los conflictos, salvo que un dirigente político se crea el líder de un movimiento de liberación africano o asiático y sea capaz de llevar la confrontación a su último extremo y perder la razón que por la vía política ya ha perdido.

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