Opinión

Otro documento independentista

La capacidad de los independentistas catalanes para fabricar documentos que apoyan el inexistente derecho de autodeterminación y en contra de la sentencia del Tribunal Supremo que condenó a los líderes del “procés” por sedición es ingente. El último es la Declaración de la Lonja del Mar (en su traducción al castellano), firmada ayer en ese emblemático edificio barcelonés por once partidos y movimientos políticos, JxCat, PDECat, ERC, Crida, CUP, Demòcrates, EH Bildu, BNG, Esquerra Valenciana, Més per Mallorca y Més per Menorca.

Tanta profusión de siglas se pueden resumir en los independentistas catalanes posconvergentes y de ERC y de sus divisiones y sus ramificaciones en Valencia y Baleares más el Bloque Nacionalista Galego que no pasa por sus mejores momentos y EH Bildu. Si a este conjunto se hubiera unido el Partido Nacionalista Vasco, la declaración habría tenido otra enjundia y un carácter más preocupante. Pero el PNV está a otra historia como se verá más adelante.

Por lo pronto, los Movimientos de Izquierda Socialistas de Baleares solo tienen el 10% de los votos en las islas y cuatro escaños en el parlamento autonómico. Esquerra Valenciana consiguió apenas cinco mil votos en las elecciones autonómicas celebradas el 28-A coincidiendo con las generales, mientras que todas las formaciones catalanas son las de siempre y sus divisiones. Distinto es el caso de EH Bildu, que es la segunda fuerza parlamentaria en el País Vasco. El BNG es oficialmente la cuarta fuerza política gallega con seis escaños.  

Lo malo de la nueva declaración es que no aporta nada a lo ya sabido o conocido, realiza un ejercicio más de  victimismo, reclama la obligación del Estado a consultar la autodeterminación de los pueblos españoles con una falacia, e insiste en subrayar la mala calidad de la democracia española que se desarrolla en un Estado que es cada vez “más autoritario, menos democrático y más represivo”, y como es habitual no aportan ninguna propuesta salvo el consabido diálogo que debe estar tutelado por la comunidad internacional que debe “posibilitar, dar apoyo y promover estas soluciones”. Es decir, lo de siempre con un nuevo envoltorio.

El PNV sin embargo no ha querido participar en este encuentro cuando se cumple el cuadragésimo aniversario del Estatuto de Gernika. Los líderes jeltzales han considerado que el documento no tiene “espíritu constructivo” y no es oportuno cuando se está a menos de dos semanas de la celebración de unas elecciones generales. Inmerso como está el Gobierno Vasco en la actualización de su estatuto de autonomía que sigue su proceso parlamentario, el lehendakari, Íñigo Urkullu, no hace sino rechazar constantemente la pretensión de EH Bildu de unir la agenda vasca a la catalana y presionar al gobierno de la nación conjuntamente. .

El propio Urkullu, ayer mismo, afirmó que  en Euskadi “podemos ser ejemplares” y hacer un esfuerzo de acercamiento entre los partidos para “ensanchar el acuerdo”, que es una vía completamente alejada de la catalana. Lo que no quiere decir que desde el nacionalismo vasco no se hable de plurinacionalidad o de la necesidad de dialogo, o que expresen su contrariedad con la sentencia del “procés”. Pero sobre todo Urkullu habla de pacto y convivencia. Nada más alejado de un nuevo Galeusca.

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