Opinión

El tiempo se acaba

Las declaraciones de los principales dirigentes del PP de los últimos veinticinco años en el juicio por la supuesta caja b de la organización, que habría servido para pagar sobresueldos y las obras de la sede de Génova 13, solo son posibles por un hecho posterior a la aparición de los “papeles de Bárcenas”, la “operación Kitchen” organizada desde el ministerio del Interior con fondos reservados para hacerse con los papeles del extesorero que podrían demostrar sobresueldos y pagos irregulares. Para todos ellos, la contabilidad paralela es una entelequia de la que nadie ha oído hablar, aunque todos se han aplicado en negar su existencia. 

La veracidad de los testimonios de José María Aznar y Mariano Rajoy, y de ahí para abajo, de la serie de secretarios generales del partido y otros responsables políticos de la formación, será evaluada por los jueces, pero tienen tan escasa credibilidad que solo pueden ser entendidas a la luz de la investigada judicial y políticamente “operación Kitchen”, y del convencimiento de que Luis Bárcenas no tiene ningún elemento de prueba, ningún dato incriminatorio que pueda presentar para sustentar sus acusaciones. Esta afirmación no es un juicio de valor, sino que la sentencia del caso Gürtel ya dudó de las explicaciones de Rajoy. La coincidencia en expresiones y argumentos de todos los testigos indican además que existe una línea de defensa común que trata de desprestigiar las acusaciones del extesorero al señalar que sus “papeles” eran una creación única y exclusivamente suya sin que nadie tuviera noticia de la financiación irregular del partido, de los posibles cohechos relacionados y desde luego todos tratan de evitar el reproche social por haber sido “sobrecogedores” de unas retribuciones que quedaban fuera del radar de la Agencia Tributaria. Item más, algunos de los testigos sí han declarado que recibieron fondos que no figuran en la contabilidad oficial 

Luis Bárcenas, que ha desatado una de las crisis políticas más reseñables de los últimos tiempos, por cuanto sus papeles contribuyeron también de forma decisiva a la sentencia del caso Gürtel que dio pie a la moción de censura que descabalgó del poder a Mariano Rajoy, solo tiene una posibilidad en estos momentos, presentar las pruebas incriminatorias que aún dice que tiene custodiadas por un empresario y que, según su abogado, presentaría “en el momento procesal oportuno”. Solo de esa forma el juicio puede sufrir un giro de guion que dejaría en entredicho las declaraciones de los testigos. El tiempo se le acaba. 

Con unos papeles cuya veracidad se ha confirmado por distintas fuentes y con unos hechos probados judicialmente, los dirigentes del PP, con muy poca humildad, mantienen la posición de los tres monos sabios del monasterio de Toshogu, no han visto, ni han oído nada de la caja b, y por supuesto no dicen nada que pueda incriminarlos, conscientes de que la mejor defensa es un ataque y de que Bárcenas se encuentra desarmado de los otros papeles que le fueron robados. Y por sus señalamientos puede ser objeto de nuevas querellas. 

El tribunal que preside el juicio ya denegó el careo solicitado por la defensa de Bárcenas con el expresidente Mariano Rajoy, quién en su día le recomendó “ser fuerte” mientras hacía todo lo que podían. Quizá fuera interesante que se estudiara de nuevo esa posibilidad. 

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