Opinión

En las antípodas

Acada declaración del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por desinflamar la situación en Cataluña le sigue otra desde el independentismo que trata de sacar ventaja del acuerdo alcanzado entre el PSOE y ERC que permitió su investidura. Si Pedro Sánchez trata de llevar algo de sosiego y dar normalidad al encuentro que mantendrá con el presidente de la Generalitat, Quim Torra, aunque sin ceder en el derecho de autodeterminación en Cataluña, el líder sobre el terreno de ERC, Pere Aragonès, afirma que de lo que hablaran ambos políticos es de la independencia de Cataluña.

Las declaraciones del vicepresidente catalán, Pere Aragonès, se encuentran lejos de las que realizaba la portavoz del partido, Marta Vilalta, en la que reconocía que en una mesa de negociación se podría hablar de todo, lo que no suponía que todo fuera aceptado, y más en la línea de las realizadas recientemente por el presidente de ERC, Oriol Junqueras, que lejos de tender una alfombra roja al diálogo lo siembra de piedras, desde la amenaza de volver a realizar un referéndum de independencia, su rechazo a que la declaración de independencia fuera una ensoñación, o el reconocimiento que solo se ha producido una retirada a los cuarteles de invierno a la espera de concitar un mayor apoyo social, y que convocaron el referéndum del 1-O, porque era “la manera de ganarnos el derecho a volverlo a intentar”.

ERC sabe que tiene en sus manos el arma nuclear de forzar la disolución de las Cortes si no da su voto favorable a los PGE, y de ahí que no cesen de condicionar esa actitud a los avances que se produzcan en la mesa de diálogo, que los “indepes” necesitan que se concreten para no aparecer como “botiflers” y no perder posibilidades electorales.

Frente a las declaraciones de los líderes independentistas, desde los durísimos discursos de los portavoces parlamentarios de ERC en el debate de investidura que Pedro Sánchez escuchó sin mover una pestaña, a las declaraciones de Junqueras y Aragonés, la ministra portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, ha apelado al carácter “progresista” de ERC para mostrarse convencida de que terminarán apoyando las primeras cuentas públicas del Gobierno de Pedro Sánchez. En esos términos se ha movido el portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, que considera posible apoyarlos si se producen avances en la mesa de negociación y si son “decentes y dignifican la vida de la gente”.   

De la negociación entre el PSOE y ERC no quedó claro si el pacto se circunscribía solo a la investidura o si estaba más atado bajo cuerda para extenderlo a los PGE. De atenerse a las declaraciones públicas de las partes, la legislatura será breve porque Montero ha afirmado que los planteamientos con los que el Gobierno y ERC abordan las conversaciones iniciales con Torra y en la mesa de diálogo están “en las antípodas”.  Por lo pronto son los independentistas los más beligerantes y quienes no cejan de poner condiciones al diálogo, mientas que el Ejecutivo lanza globos sondas, como la reforma del Código Penal con una nueva redacción del delito de sedición que beneficiaría a los condenados del “procés”. Declaraciones de intenciones apaciguadoras frente a la intransigencia independentista. Los apoyos cruzados en los presupuestos de Cataluña y Barcelona pueden ser una válvula de escape.

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