Opinión

Enemigo público 
número uno

Es cuestión de tiempo. Pero el periodo que transcurra hasta la detención del conocido como pederasta de Ciudad Lineal se hará extremadamente largo para los vecinos de esta zona madrileña en la que se han sucedido los secuestros durante unas horas de tres o cuatro niñas de las que ha abusado sexualmente. La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, lo ha declarado “enemigo público número uno” y se han reforzado el número de agentes de la Policía Nacional que trabajan en su captura, mientras que la colaboración ciudadana, de vital importancia para la resolución de estos casos, parece que comienza a dar sus frutos y la Policía cuenta ya con una veintena de pistas en las que basar su investigación y que pueden conducir hasta el pederasta. 

Policías y criminólogos, con los pocos datos de que disponen proporcionados por las víctimas, elaboran no solo el retrato robot físico del pederasta sino su perfil psicológico para acotar su búsqueda, y esperan el momento en el que cometa un error en su próximo intento de rapto de una menor. Aunque hasta ahora se ha mostrado extremadamente cuidadoso, parece que cada vez asume más riesgos en su desafío a la policía, como ha demostrado en el último de los ataques en el que la niña no fue ni drogada ni llevada a ningún domicilio. 

El pederasta de Ciudad Lineal ha actuado hasta ahora, aproximadamente, una vez cada dos meses, un tiempo suficiente para que los padres o los cuidadores de las niñas bajen la guardia y olviden las medidas de precaución, que permiten al delincuente aprovecharse de los descuidos. Y todo pese al reforzamiento de la vigilancia policial que se ha puesto en marcha con la ‘operación Candy’ en las zonas en las que ha actuado y que todavía será más intensa una vez que comience el curso escolar, según ha previsto la Delegación del Gobierno en Madrid. 

Pero no solo el individuo que rapta en Ciudad Lineal preocupa a la policía. En los últimos días se ha producido la aparición de émulos en otras zonas de Madrid o en otros lugares de España que tratan de despistar a los investigadores, aunque estos detectan con rapidez que se trata de distintas personas al variar su modo de actuación con respecto al “enemigo público número uno”. Algunos de estos delincuentes ya han intentado actuaciones semejantes, afortunadamente sin éxito en Coslada y San Fernando de Henares (Madrid) o, en Quart de Poblñet (Valencia) en ambos casos por la rápida reacción de las niñas que habían sido elegidas como víctimas.

Este tipo de pederastas en serie no han sido frecuentes en nuestro país pero, como en el caso de los violadores, los expertos temen que sus conductas no puedan ser cambiadas y que quienes son detenidos vuelvan a reincidir después de pasar años en prisión -como ha ocurrido con algunos de los violadores liberados en aplicación de la doctrina Parot-, lo que introduce un nuevo debate en el que es preciso ser muy cuidadoso para no caer en actitudes demagógicas o en reacciones populistas. Todo ello sin descuidar las labores de prevención ni ofrecer datos o perfiles que pueden llevar a considerar sospechosos a todos aquellos que compartan algún rasgo racial con el supuesto pederasta.

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