Opinión

Los errores se ponen al cobro en las urnas

En este tiempo de incertidumbre provocada por errores tácticos y estratégicos que pueden costar gobiernos y el poder a quien lo ejerce en distintos ámbitos dada la proximidad de las elecciones convocadas -¿y por convocar?-, solo hay una certeza, por mucho que se produzcan reconocimientos simbólicos, se considere que se está a punto de atravesar algunas líneas rojas marcadas por la Constitución: ningún Gobierno permitirá la convocatoria de un referéndum de autodeterminación de una parte de España.

A pesar de las gruesas palabras utilizadas por los dirigentes políticos de PP, Ciudadanos y Vox para descalificar al presidente del Gobierno, de las manifestaciones convocadas para torcerle el brazo y que convoque elecciones generales cuanto antes, la certeza de que la unidad de España no está puesta en almoneda y que los independentistas catalanes ya pueden ir retrocediendo a sus cuarteles de invierno. Para lograr, primero, contar con una mayoría social dentro de Cataluña que apoye la secesión, circunstancia que ahora ni se da, y ni aun así lograrían que el Gobierno accediera a un referéndum acordado para votar la secesión de forma legal y validada por la comunidad internacional.

Ante un problema que afecta a la esencia de la nación que llevará años resolver o encauzar -no se ha logrado en más de cien años: unas veces se ha conllevado, otras se ha ocultado y reprimido, otras más se ha utilizado en beneficio de los partidos gobernantes, al tiempo que los nacionalistas se aprovechaban de esa posición y de errores mayúsculos-, las maniobras cortoplacistas motivadas por asuntos contingentes del gobierno de turno son fuegos de artificio ante lo que de verdad importa, y en la que la mayoría de los partidos y sobre todo la mayoría social del país está de acuerdo, porque la ley les asiste a todos aquellos que afirman que los asuntos de la soberanía nacional se resuelven entre todos los españoles. Y si los “indepes” no lo entienden y quieren ir más allá de lo que dicen la leyes que ordenan su convivencia, es su problema. Avanzar en un modelo federal es la solución. Si lo que pretenden es avanzar en la confederación entre iguales deben abandonar toda esperanza, aunque ya se sabe que el nacionalismo irredento es capaz de sacrificar a generaciones de sus hijos por conseguir su objetivo.

El incendio desatado por el Ejecutivo al aceptar la presencia de un relator, en una mesa de partidos, que a su vez ha sido considerada insuficiente por los independentistas que lo quieren en las reuniones bilaterales entre Estado-Generalitat, no tiene parangón en los últimos años. Aunque la reacción por parte de la derecha tenga un punto de exagerada, el estupor que causa en los candidatos socialistas es comprensible porque será muy difícil hacer frente a la convulsión creada porque los errores estratégicos se ponen al cobro en las elecciones y más cuando se trata de asuntos que son de aquellos que afectan a los sentimientos, lo mismo que les ocurre a los independentistas cuando recurren a ellos y quieren hacerlos valer por encima de la ley y la razón.
Pedro Sánchez se ha metido él solo en un laberinto del que va a tener muy difícil salir sin herirse y sin causar heridas a su partido que no entiende su afán en un diálogo con quien pone condiciones inasumibles. Aunque sea el único método para abordar el problema catalán.

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