Opinión

La iniciativa Rubalcaba

El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, está dispuesto a que las apelaciones al diálogo que se realizan desde todos los flancos para resolver la cuestión catalana, en primer lugar, y darle una repensada en sentido federal a la Constitución se concreten y se pase de las formulaciones dialécticas a su concreción. Por lo pronto le ha puesto fecha a su iniciativa, anunciada ayer en Barcelona, para después de la celebración de las elecciones europeas del 25 de mayo, que constituye un paso importante, aunque ahora falta la concreción de sus propuestas que pasa por establecer algún tipo de diálogo entre partidos y comunidades autónomas.

La virtualidad de la iniciativa Rubalcaba es que trata de romper el impasse en el que se encuentra el debate sobre Cataluña, cumplido el formalismo del debate en el Congreso sobre la transferencia de la potestad de convocar referendos, y en el que se han cruzado retos y admoniciones para fijar fecha y hora de reuniones que nadie está dispuesto a formalizar. Porque en este momento no hay nada nuevo sobre lo que debatir ancladas como están las posiciones de partida, con la insistencia por parte de los nacionalistas de convocar una consulta “irrenunciable” y las amenazas sobre elecciones autonómicas plebiscitarias o la declaración unilateral de independencia, y la respuesta del Gobierno de no consentirla y dar una respuesta jurídica y reservar las soluciones políticas para más adelante.

La iniciativa Rubalcaba parte de la necesidad de realizar un diagnóstico para buscar soluciones y a partir de entonces “pactar y votar”. Propone para ello partir del modelo federal alemán para hacer frente al desafío soberanista y que tendría como otras patas la reforma en sentido territorial del Senado, el respeto al principio de ordinalidad en la financiación autonómica y el reforzamiento de las competencias de Cataluña en materia de lengua y cultura y ningún reconocimiento del derecho de autodeterminación.

Hasta ahora la respuesta del Gobierno a cualquier vía que suponga, como esta iniciativa, una profunda revisión de la Constitución ha contado con la negativa por parte del Gobierno que reclama un amplio consenso para llevarla a cabo y a la que por el momento se ha mantenido ajeno ante la falta de concreciones. Rubalcaba contaría con el apoyo de Duran Lleida, quien pese a sus intentos de nadar y guardar la ropa, de buscar el acuerdo en Madrid y no soliviantar a los socios de CiU en Cataluña, sigue siendo uno de los pocos puentes tendidos que no se deben dinamitar para buscar el acuerdo, porque, al menos en la percepción del líder del PSOE, se muestra favorable a la salida federalista.

A partir de este momento Rubalcaba debe ir concretando su “iniciativa amplia” para pasar de las musas al teatro y que cada parte asuma sus responsabilidades en el éxito o fracaso de un diálogo que se hace inevitable y para el que ya no sirve la coartada de la dedicación exclusiva a la crisis económica.

Rubalcaba, a pesar de que quiere dejar pasar este periodo sabe que su iniciativa se convertirá en uno de los elementos centrales del debate preelectoral en el que ya está inmersa la actividad política.

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