La acción política de gobernantes y dirigentes nacionales está lo más alejado de cualquier concepción budista de la vida: todo es populismo, tensión, crispación, enfrentamiento. Y aun así hay quien todavía tiene miedo del karma, a las consecuencias que han provocado sus decisiones y que, como éstas no han sido buenas, sus efectos pueden ser igualmente perjudiciales para los intereses de quienes desataron el conflicto.
El karma viene a ser una idea de justicia universal según la cual todo lo bueno y lo malo que reciben los seres humanos en su vida es un reflejo de lo que ellos han hecho antes, sin que intervengan los dioses que premian a los buenos y castigan a los malos. Traducido a los últimos acontecimientos que se han sucedido con las mociones de censura en Murcia y Castilla y León, el karma se ha vuelto contra los promotores de ambas iniciativas, y así les fue, sobre todo en el caso de Murcia donde no previeron los episodios de transfuguismo en el caso de los diputados autonómicos de Ciudadanos. Habrá que esperar un tiempo para ver si el karma también se lo devuelve a quienes cambiaron su voto por un plato de lentejas. En Castilla y León, los socialistas se subieron a un carro que no tenía ningún destino en el momento elegido y acabaron estrellados. Otra vez el karma.
En el caso de la convocatoria de elecciones anticipadas de Madrid, la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso ha dado un primer síntoma de que teme que el karma también le devuelva un castigo por haber llamado a las urnas para evitar una hipotética moción de censura que presentaría la oposición de izquierdas a la que se sumaría su socio de gobierno, Ciudadanos. Una posibilidad que han negado siempre desde el partido naranja. Tras conocer la última encuesta del CIS que da un empate real entre los dos bloques de izquierda y derecha, que complicaría la renovación de su mandato ha declarado que “por poco se puede perder todo”.
Y, en efecto, en el caso del PP de Madrid, todas las encuestas le dan como vencedor indiscutible, pero ninguna le otorga la mayoría absoluta por lo que necesitaría de Vox para gobernar -como hasta ahora- pero puede verse en la tesitura de tener que integrarlo en su ejecutivo, lo que sería una parte del castigo por su soberbia política, con consecuencias en la estrategia global del presidente popular, Pablo Casado. O peor aún también necesitaría a Ciudadanos, si entra en la Asamblea, con lo que se repetiría el mismo esquema previo a la convocatoria electoral. Pero si Ayuso revalida el cargo, el karma habrá convalidado su osadía.
Si, como no puede descartarse, Ayuso acumula todo el voto útil desde el centro a la ultraderecha y deja a sus socios necesarios sin representación parlamentaria porque no alcancen el 5% y pierde todo en su apuesta, el karma le habrá jugado una mala pasada y será ella misma quien haya propiciado la posibilidad de que la izquierda recupere un feudo que perdió tras el “tamayazo”, y en el que se fundamenta el poder territorial del PP.
Para quienes no creen en estas interpretaciones esotéricas de la vida existen numerosos tratados de ciencia política que explican los procesos de toma de decisiones de los líderes, y de forma más mundana una película dirigida por María Ripoll de título significativo.
