Opinión

La década perdida

Los partidarios de la independencia en Cataluña están de capa caída, según el sondeo de Opinión Catalunya de l'Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS) correspondiente al año 2020, que señala que el 51,3% de los catalanes estaría a favor que Cataluña siguiera en España, en contra del 41,8% que preferiría que fuera un Estado independiente. Es decir, se consolida la tendencia a la baja del independentismo desde 2017, cuando los partidarios de la secesión alcanzaban casi el 50%, aunque la posición de los encuestados cambia cuando se les pregunta que votarían en un referéndum de autodeterminación con el 44,4% que lo haría a favor, mientras que el 33,3% estaría en contra y el 18,5% asegura que no participaría. Con esos datos, resulta que los votantes independentistas están al mismo nivel que en 2011, que puede señalarse como el año inaugural del “procesismo”, cuando un 49,9% aseguraba que votaría a favor de la independencia. 

Es decir, los soberanistas, los partidarios de la independencia de Cataluña se encuentran ante una década perdida en la que, lejos de aumentar el porcentaje de los votantes a favor de la independencia, han causado por el camino la fractura en la sociedad catalana, en las relaciones personales y han perjudicado su situación económica. La euforia causada por los dos referéndums ilegales, celebrados bajo los gobiernos de Mariano Rajoy, que elevó su moral y dio alas a su irredentismo se ha venido abajo por la fortaleza del Estado de derecho que ha arruinado sus ensoñaciones y les ha dado un baño de realidad, y más después de que su causa no fuera defendida por ningún actor internacional relevante y de que sus líderes se encuentren en prisión o huidos de la justicia española. 

Los datos del sondeo vendrían a dar la razón a la estrategia de ERC, que considera que es el momento de replegarse y de iniciar un proceso de acumulación de fuerzas que apoyen el independentismo. Sin duda lo tenían más fácil antes de la fugaz declaración de independencia, cuando contaban con más partidarios que en la actualidad. Incluso para llevar a cabo sus pretensiones es preciso que Cataluña entre en un periodo de calma y reflexión y que, si se cumplen los pronósticos de su triunfo en las elecciones del próximo 14 de febrero, se aborde el problema territorial con Cataluña mediante el diálogo político y no con la amenaza permanente que practicaba Quim Torra. 

Porque no se pueden obviar que un 45,2% de los encuestados quiere que el “procés” termine con un acuerdo con España, con más autogobierno para Cataluña y tienen el convencimiento de que esa será la solución del conflicto, mientras un 27% cree que se acabará abandonando. Otro dato significativo es que el principal motivo por el que los catalanes votarían en un referéndum es por el “rechazo a pertenecer a España o un sentimiento de incomprensión” (21,7%), seguido del hecho de que “Cataluña mejoraría” (20,6%), y por tanto, si Oriol Junqueras va a trabajar por aumentar la base social del independentismo, desde el Gobierno y el resto de partidos constitucionalistas se ha de hacer lo mismo para convencer a los catalanes de que la incomprensión de que se quejan está inmotivada y de que la mejoría en sus condiciones de vida está vinculada a su pertenencia a España, y que ese es el camino para avanzar bajo las premisas del diálogo y, sobre todo, del cumplimiento de la ley. 

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