Opinión

La unidad "indepe", rota

El acuerdo alcanzado ente las comisiones del PSOE y ERC no ha gustado a nadie salvo a sus firmantes, a falta de conocer in extenso los asuntos que ambos partidos se comprometen a abordar, cómo hacerlo y las consecuencias de los pactos que se suscriban en el curso de las negociaciones. Las críticas a la decisión de los independentistas catalanes llegan desde tres frentes, con sordina desde el interior del PSOE, preocupados por la posibilidad de que se rompa la unidad de España y la igualdad entre los españoles; por parte de los tres partidos de la derecha con argumentos que inciden con mayor virulencia en ese temor y por la posibilidad de que se convoque cualquier tipo de consulta o referéndum en Cataluña, sobre la que no cabe ninguna duda de que tendría que realizarse conforme a la legalidad vigente, estatutaria o constitucional, porque lo contrario sería “un golpe de Estado”, como afirma el líder de Vox Santiago Abascal; y en tercer lugar por el otro sector del independentismo, residenciado en Waterloo, que considera que el cuanto peor mejor para ellos es el bloqueo del gobierno de la Nación.

Son las críticas procedentes del independentismo catalán las más interesantes para calibrar la importancia del acuerdo entre PSOE y ERC, a tenor de todas las reacciones que se han sucedido, desde el presidente de la Generalitat, Quim Torra, a la presidenta de la ANC, el brazo social del soberanismo, Elizenda Paluzie, pasando por la portavoz parlamentaria de JxCat en el Congreso, Laura Borràs, y por el conjunto de los dirigentes de este partido. Así la primera consecuencia que ya ha tenido el anuncio de la abstención de ERC en la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno es la ruptura de la unidad de acción del independentismo, como los detractores del pacto se han encargado de resaltar. Desde JxCat aseguran que los acuerdos que se alcancen no son vinculantes para ellos pese a que si se convoca una mesa entre gobiernos Quim Torra quiere estar sentado en ella, al menos en primera instancia, si no acaba arrastrado por su desobediencia. Si ya había abundantes síntomas de la ruptura de la unidad ‘indepe’, ahora la brecha se ha hecho tan grande que difícilmente podrá cerrarse, porque los intereses  estratégicos de ambas partes son irreconciliables.  

Por el momento las acusaciones hacia ERC no han pasado de deslealtad por no haber contado ni con JxCAt ni con el Govern catalán que mantiene a medias con ERC. Las acusaciones de ‘botiffler’ –traidores- no tardarán en llegar, a la espera del movimiento que realice el presidente de la Generalitat, que se resiste a la convocatoria electoral en Cataluña, que puede dar por primera vez el Govern a los republicanos, quienes a su vez están dispuestos a intentar un nuevo tripartito.    

Pero como algunos de ellos reconocen, “se ha cerrado la ventana de oportunidad” para el independentismo, en un momento en el que consideraban que la posición del Gobierno es la más débil tras la decisión de la justicia europea. Como, además, el acuerdo alcanzado no habla de reconocimiento del derecho de autodeterminación ni de la amnistía para los presos, creen que es el primer síntoma de que el Gobierno les volverá a engañar, o que se aborde una  "segunda Transición tutelada desde arriba”, dice Paluzíe.

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