Opinión

Los "indepes", por donde solían

Los independentistas catalanes no han podido resistir la tentación y no han tenido escrúpulos para realizar una utilización de los muertos y víctimas de la epidemia del COVID-19 para arrimar el ascua a su sardina y tratar de fomentar sus atávicos deseos soberanistas entre su parroquia y de paso realizar una maniobra de distracción con una gestión sanitaria de la crisis que ha sido de todo menos brillante.

Con argumentos de baja estofa, algunas terminales del independentismo han pasado del “España nos roba" al "España nos mata" y tratan de repetir la misma estrategia que tan bien le salió a Artur Mas, que aprovechó la crisis económica provocada por la Gran Recesión para impulsar el soberanismo después de haber cometido el mayor programa de recortes sociales, y tapar de paso las vergüenzas de CiU. Aunque finalmente acabó devorado por su revolución, la inacción de Mariano Rajoy dejó el campo libre para la proliferación del separatismo. 

Las declaraciones de la consejera de Presidencia, Mertitxell Budó, acerca de que con una Cataluña independiente se habrían producido “menos muertos y menos contagiados”, seguidas de las del presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell: "España es paro y muerte; Cataluña es vida y futuro", van en esa dirección. Solo que en esta ocasión el Gobierno de coalición ya está advertido de las estratagemas de los independentistas, su crédito político está disminuido, y pese a las críticas por lo que consideran “un 155 sanitario”, todas las amenazas de actuar por su cuenta respecto al confinamiento total de la población o la instauración de un pasaporte sanitario se han quedado en nada y han seguido las directrices establecidas por el comité gubernamental encargado de la gestión de la epidemia, y hasta Torra acabó aceptando la intervención de la Unidad Militar de Emergencias en su comunidad autónoma. 

Tanto el presidente de la Generalitat, Quim Torra, como el portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, han comenzado una nueva línea de presión para que tenga lugar una nueva reunión de la mesa de negociación entre ambos gobiernos. Para el primero es preciso que se se realice ya, toda vez que ha pasado el pico de la epidemia; el segundo está dispuesto a llevarla hasta el mes de junio. 

El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, ya ha respondido que el Gobierno está inmerso en el control del COVID-19, y en el desarrollo de unos pactos de reconstrucción nacional. Para JxCat, esta última iniciativa es indiferente porque el único pacto que les interesa es el del ejercicio del derecho de autodeterminación en una nueva muestra de insolidaridad y de desprecio a los intereses de sus propios habitantes y empresarios. ERC, que estaba dispuesta a participar en esa mesa, considera ahora que es una propuesta condenada al fracaso al convertirse en una comisión parlamentaria.

La crisis sanitaria ha venido en ayuda de la estrategia de Quim Torra, que anunció que convocaría las elecciones autonómicas una vez que hoy se aprueben los presupuestos autonómicos -los primeros en tres años- y ha anunciado que ahora no es el momento adecuado, lo que beneficia a sus intereses con su retraso hasta nuevo aviso, lo que no obsta para que presionen al Gobierno con una nueva reunión bilateral. La ley del embudo.

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