Opinión

No cometer errores

Tanto el artículo 42.7 del Tratado de la Unión, invocado por el presidente francés, François Hollande, según el cual “si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance”, como la ‘cláusula de solidaridad’ incluida en el 222 que establece que “La Unión y sus Estados miembros actuarán conjuntamente con espíritu de solidaridad si un Estado miembro es objeto de un ataque terrorista o víctima de una catástrofe natural o de origen humano. La Unión movilizará todos los instrumentos de que disponga, incluidos los medios militares puestos a su disposición por los Estados miembros”, apuntan al recurso bélico frente a atentados terroristas como los realizados en París.

Hollande ha copiado punto por punto el lenguaje y la reacción que tuvo George W, Bush tras los atentados de Al Qaeda en Estados Unidos y ha activado la maquinaria de guerra de su país y quiere que le sigan el resto de los países aliados a pesar de que, como demuestra la experiencia científica, no se consiguen resultados distintos haciendo siempre las mismas cosas. Y esta dicta que las soluciones adoptadas en guerras como las de Afganistán, Irak, Libia y Siria no han resuelto satisfactoriamente ninguno de esos conflictos, que se han convertido en ratoneras en las que los países intervinientes se han mostrado tan satisfechos cuando entraron como cuando han logrado salir, como ha sido el caso español en Irak y Afganistán.

La declaración de guerra de Francia al Estado Islámico, Daesh o ISIS –que hacen referencia a la misma realidad-, complica la respuesta de muchos Estados y más si como en el caso de España están a un mes vista la celebración de elecciones generales, una circunstancia que ha agudizado la sensibilidad de todos los partidos para no cometer errores de bulto que puedan beneficiar a sus adversarios. Todos se hubieran mostrado más cómodos, y el Gobierno en primer lugar, si Francia en lugar de un acto de guerra hubiera considerado la masacre de París como una acción terrorista, y a la espera de conocer cuáles son sus demandas en materia militar, no dejan de hacer hincapié en activar otros instrumentos de actuación que pueden minimizar –el riesgo cero no existe- las posibilidades de sufrir atentados terroristas. Es decir, las soluciones políticas.

Así, las conversaciones en Viena donde se debate el futuro de Siria –con o sin Bachar el Assad- no pueden saldarse con un nuevo fracaso si se quieren poner las primeras piedras para acabar con el ISIS, además de insistir en lo evidente: aumentar la coordinación en materia de inteligencia, cortar las vía de financiación y el control de armas en Europa.

En España el partido que se ha mostrado más belicista ha sido Ciudadanos dispuesto a votar a favor del envío de tropas terrestres, para demostrar su capacidad de asumir riesgos, y Rajoy, con las lecciones de la intervención en Irak y el 11-M bien aprendidas, consulta con los líderes políticos la respuesta a dar, pero liderando el proceso. Mientras, a Podemos se le escruta con lupa y baja el diapasón de sus críticas, y Pedro Sánchez se sitúa al lado del Gobierno, pero trata de zafarse del abrazo del oso con propuestas políticas. Y todos pendientes de Hollande.

Te puede interesar