Opinión

No debe ser un circo

De la comparecencia de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en la Comisión de Investigación de la Financiación de Partidos en el Senado solo quedan los enfrentamientos verbales con el senador Luis Aznar, que actuaba de portavoz del Grupo Popular, el cruce de reproches, alguna puya de baja estofa, las insinuaciones y el intento de incriminarla en el caso de los ERE, el mayor caso de corrupción política en nuestro país. Lo que no ha salido de esa comparecencia es una aclaración ni una acusación acerca de una hipotética financiación ilegal del PSOE andaluz, que era el objeto de su presencia en la Cámara Alta, asunto por el que apenas fue preguntada y del que se zafó aconsejando al senador popular que acudiera a un juzgado cuanto antes. "Todo se andará" dijo el senador popular que pareció olvidarse del motivo por el que Susana Díaz se había trasladado a Madrid. “No tengo ni una sola mancha y no tienen nada de qué acusarme”, dijo la presidenta andaluza. El portavoz popular fue incapaz de traspasar ese escudo por mucho que lo intentó

Los continuos enfrentamientos, rifirrafes, intercambio de golpes bajos demostró que ninguno de los dos intervinientes estaban por la labor de conceder la más mínima razón al otro, empeñados como estaban en incidir en la debilidad de sus argumentos mutuos. La creación de esa comisión fue una reacción de los populares a la que se desarrolla en el Congreso sobre su financiación, pero se ha encontrado con el rechazo del resto de los partidos a esa maniobra, y mientras las acusaciones hacia otros partidos se frenan en los juzgados, al PP le queda el calvario de los casos que se instruyen en distintos tribunales. A las críticas que suscitan las comisiones de investigación parlamentaria cuando hay procesos judiciales en curso por los mismos motivos hay que añadirles el despropósito de la que ha organizado el PP para intentar lavar su imagen, y el espectáculo nada edificante que se vivió durante más de cinco horas en el Senado para no llegar a ninguna conclusión.

Para la presidenta andaluza, su comparecencía en el Senado ha sido un sainete, un circo, un teatro. Palabras gruesas para calificar un acto en una cámara de representación popular. Para Susana Díaz, su presencia en la comisión ha sido el primer acto de la campaña electoral del PP en las elecciones andaluzas del próximo 2 de diciembre, y a su juicio, producto del nerviosismo de los populares ante los pronósticos electorales. Y en ese sentido quizá el PP se haya pegado un tiro en el pie porque la presidenta andaluza salió más airosa que dañada, porque solo con recordar algunas de las declaraciones desafortunadas realizadas por algunos dirigentes populares sobre Andalucía tiene media campaña hecha.

Tras cuarenta años de gobiernos socialista en Andalucía existe la convicción -para toda la oposición andaluza- de la existencia de redes clientelares que permiten al PSOE ser el partido más votado -salvo en una ocasión pero ya es sabido que el PP solo podía gobernar cuando obtenía mayorías absolutas por ausencia de socios-. Ahora, si los votos dan la suma, puede contar con su socio-competidor, el partido de Albert Rivera. Si la campaña electoral transcurre con el mismo nivel de ferocidad que este primer round, todos los candidatos van a llegar exhaustos al próximo día 2.

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