Opinión

Ofensiva diplomática

La intervención del rey Felipe VI la noche del pasado domingo en la inauguración del Mobile World Congress vino a confirmar que el rey realiza a la perfección una de sus principales misiones de su puesto, el de ser el principal representante diplomático del país. Por si a alguno de los directivos de las principales empresas tecnológicas relacionadas con la telefonía le cabía alguna duda acerca del lugar en el que se celebraba esta cumbre tecnológica, el rey se encargó de recordarles que “España se ha convertido por derecho propio en una de las 20 democracias plenas más reconocidas internacionalmente, y nuestra democracia ha alcanzado en términos reales el más alto nivel de prosperidad y bienestar en toda nuestra historia”, y además recordaba que España “disfruta de sólidas instituciones y fortaleza políticas y económicas”. Felipe VI apuntalaba así el discurso sobre la legalidad como fuente de la democracia que había realizado hace unos días al recibir el premio Mundial de la Paz y Libertad. Sin dejar de mantener la neutralidad a la que le obliga su cargo, cada vez con más firmeza defiende el legado constitucional.  

Ante esta defensa de la legalidad española la apelación del presidente de la Generalitat, Quim Torra, a la ausencia de Puigdemont huido de la justicia en Waterloo y la del resto de los exconsellers juzgados por un tribunal independiente ha quedado minimizada, lo mismo que ha quedado de manifiesto su falta de cortesía y de educación -junto a Ada Colau- al no participar en el besamanos oficial para luego saludar de forma informal al rey, al tiempo que ha sido también el esfuerzo del Gobierno el que ha contribuido a que la capital del Principado siga siendo la sede del Mobile.
La ofensiva diplomática que pasa por el rey y el Gobierno, que está decidido a responder a los intentos del Govern de internacionalizar el proceso de autodeterminación, ha tenido también el apoyo de la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, que ha respondido con un golpe de efecto con una breve manifestación delante del palacete que ocupa Carles Puigdemont en Waterloo. Parafraseando al mosso d'esquadra que en el aniversario de las elecciones del 21-D contestó a un guarda forestal: "La república no existe, idiota", la próxima candidata a diputada se manifestó junto a una pancarta para que también la viera toda la comunidad internacional que "La república no existe, Puigdemont". 

Los representantes de los independentistas deben entender que a su juego saben jugar todas las instituciones, que tras haber dejado pasar un tiempo valiosísimo sin la respuesta contundente que era necesaria se han decido a no dejar pasar ni una y a presentar la batalla en su mismo campo.

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