Opinión

La oposición empieza a mostrar sus cartas

Tras la primera reunión de contacto entre el presidente del Gobierno en funciones y previsible candidato a mantenerse en el puesto, con los líderes de los tres principales partidos nacionales, Pablo Casado (PP), Albert Rivera (C’s) y Pablo Iglesias (UP), cada uno de ellos ha expuesto cuáles son sus pretensiones de cara a la próxima legislatura y cómo son las relaciones que piensan mantener con el futuro Ejecutivo si Pedro Sánchez logra la investidura.  

Mientras que los dos primeros tratan de disputarse el puesto de líder de la oposición, Iglesias mantienen la esperanza de que finalmente se forme un gobierno de coalición con ellos de socios. Pablo Casado, a pesar de la derrota sufrida es, según los escaños alcanzados a quien le corresponde el título por mucho que Rivera pretenda disputárselo y haya sido el que con mayor dureza se haya mostrado con Sánchez, al que ha advertido de que le hará un férreo marcaje y ya le ha pedido la implantación del artículo 155 en Cataluña, que da idea de que será muy difícil que se preste a un diálogo sobre el problema catalán. 

Ambos han coincidido, sin embargo, en ofrecerse al futuro Gobierno para alcanzar pactos de Estado. Casado lo ha hecho de forma genérica mientras que Rivera llevaba ya la agenda preparada con el ofrecimiento de cuatro de ellos que responden a su programa electoral, y los dos desean que el próximo Ejecutivo no dependa de los votos de los independentistas para garantizarse la gobernabilidad.   

Da la impresión de que al líder de Ciudadanos le han entrado las mismas prisas que tuvo Pablo Iglesias en la legislatura de 2015 cuando se postuló como vicepresidente del Gobierno y con su falta de humildad impidió el acuerdo con el PSOE. Rivera trata de marcar la agenda política ante la debilidad que atisba en el Partido Popular, a pesar de que las elecciones municipales y autonómicas pueden alterar de forma significativa el futuro político del país, no solo porque pueda producirse una recuperación del voto popular, sino porque Ciudadanos se vea en la tesitura de pactar gobiernos autonómicos y locales con los socialistas, si quieren garantizar su estabilidad.   

Y esa es la cuestión: si los dos partidos de la oposición de centroderecha quieren que los nacionalismos no influyan tanto como en otras ocasiones alguno de ellos deberá al menos abstenerse en la futura investidura de Pedro Sánchez. El PP no lo puede hacer porque es el principal partido de la oposición y quien tiene más pedigrí para encabezar la alternancia. El PSOE tampoco podía y lo acabó haciendo. Pero de aquellos polvos pueden sacarse muchas enseñanzas: la primera, que alguno de los dos debe pensar en el sacrificio, como hizo el PSOE para dejar gobernar a quien ganó las elecciones para normalizar la vida política; y en segundo lugar, que una repetición de las elecciones señalaría a los responsables y los electores se lo pasarían al cobro. Casado puso esa pelota en el tejado de Rivera que se la devolvió sin dejar lugar a dudas, de momento. Habría que exigirles el mismo compromiso con el país que demostraron los socialistas al abstenerse para permitir a Rajoy formar su gobierno.   

 Entretanto Pablo Iglesias mantiene su tono moderadísimo en pos de su objetivo de lograr un gobierno de coalición aunque no lo dijera a la salida de su reunión en La Moncloa. De momento está solo en compartir “la necesidad de entendimiento”.

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