Opinión

Los partidos no están para congresos

Con la pandemia sin controlar definitivamente y a la espera de los resultados de la vacunación masiva que el Gobierno quiere comenzar en la primera semana del próximo año, con la crisis económica que ha dejado a los empresarios con su futuro pendiente de un hilo, y con la crisis social que conlleva la limitación de todo tipo de actividades, los partidos políticos no parecen muy dispuestos a celebrar congresos nacionales o regionales que les distraigan de la gestión de la crisis sanitaria. 

Que no se hable de congresos no quiere decir que los partidos no sigan con su vida orgánica y que se libren batallas “sottovoce” para que cuando la nueva normalidad lo permita se desaten las hostilidades que están aplazadas. Un congreso nacional supone que luego van en cascada todos los congresos regionales para adecuarse a las nuevas directrices, y en su caso a la nueva dirección. En el PSOE, que el congreso se retrase lo más posible beneficia a Susana Díaz, por un lado, pero le perjudica en la medida en que sus críticos pueden ir acumulando mayor fuerza y puede perder la dirección de los socialistas andaluces con ayuda de Pedro Sánchez. 

Dónde más prisa hay por celebrar un congreso regional que está pendiente es en el Partido Popular de Madrid. La lideresa madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que considera que está en la cresta de la ola quiere ver refrendada su posición como presidenta autonómica con el cargo de presidenta de la organización regional como ocurre con el resto de los “barones” con mando en plaza. 

El caso de Díaz Ayuso es singular. En primer lugar porque es una creación del propio presidente del PP, Pablo Casado, que la designó candidata con no poca sorpresa de otros dirigentes de la organización, pero que ha desarrollado una autonomía propia, o bien dirigida por su asesor áulico, el exportavoz de Aznar, Miguel Ángel Rodríguez, hasta convertirse en un verso suelto de los que tanto han proliferado en la comunidad de Madrid -Ruiz-Gallardón o Esperanza Aguirre en distintas épocas- que a menudo ocasionan problemas a su propio partido, por 

Eso es lo que puede pasar con la jefa del Ejecutivo madrileño, que parece que no ha tomado nota del giro al centro que ha impreso Pablo Casado tras la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez, mientras que ella le ha tomado gusto a ser el ariete contra el Gobierno, e incluso puede que se haya dejado halagar demasiado porque desde algunas terminales políticas y mediáticas la presentan como una posible alternativa al propio Casado cuyo liderazgo no termina de consolidarse, que fracaso en las elecciones vascas y está pendiente de lo que ocurra en las catalanas. Sin embargo, Díaz Ayuso, como afirma su predecesor y ahora en Ciudadanos, el consejero de Transportes, Ángel Garrido, está más cerca de Vox que de su formación, y esa proximidad, o que se la considere la nueva Cayetana Álvarez de Toledo -con menos formación política, por supuesto- puede jugar en su contra. 

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, -otra elección directa de Casado-, también entra en las combinaciones para dirigir el PP madrileño y ha demostrado que tiene otro talante y otra forma de hacer política más acorde con el nuevo viaje al centro de su partido. O si no, siempre queda echar mano del incombustible Pío García Escudero. 

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