Opinión

Pólvora en salvas

Ha tardado, pero el líder político que tiene más posibilidades de volver a ser designado por el rey Felipe VI candidato a la investidura como futuro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha puesto a trabajar en la dirección de sumar votos a su empeño, lo que no había hecho en el intento anterior, dando por hecho que los votos caerían por su propio peso una vez que hubiera logrado el acuerdo con Unidas Podemos.

Sin embargo, desde el PNV y Compromis, que se abstuvieron en las dos votaciones celebradas en el mes de julio, le advirtieron que algún esfuerzo tendría que hacer para convencerlos de que cambiaran el sentido de su voto, necesario para que se dé la mayoría simple que le permita continuar en La Moncloa.

Sánchez se ha puesto a trabajar en la doble dirección de hablar con los partidos minoritarios y con los agentes sociales. Ha comenzado por la izquierda valenciana y ha analizado con ellos el que representa su principal problema, la financiación autonómica que castiga de forma singular a esa comunidad autónoma. No hay intervención de político valenciano en el que no se ponga de manifiesto esa circunstancia negativa para ellos pero que también afecta a todas las regiones, que cuentan con menos recursos de los que necesitan para sus políticas sociales. Puede afirmarse que el voto de su diputado en el Congreso, Joan Baldoví, lo tiene ya el PSOE, si es que en algún momento no lo tuvo porque ya gobiernan juntos, en el zurrón.

Habrá que esperar hasta el 19 de agosto para ver como transcurren las conversaciones con el PNV, que también está por la labor de que haya un gobierno progresista, porque no le asusta Unidas Podemos, tan favorable a los nacionalismos periféricos. Habrá acuerdo porque su portavoz, Aitor Esteban, ya apuntó en esa dirección a poco que les dieran algo de cariño. El voto del PNV también está garantizado porque a los nacionalistas vascos el momento que verdaderamente les gusta de la política nacional es el de la negociación de los Presupuestos Generales en el que ponen un precio muy elevado a cada uno de sus seis escaños.

Entre tanto se suceden y se sucederán las reuniones con los distintos sectores sociales -feministas, ecologistas, educación, tercer sector, sindicatos...-, en los que Pedro Sánchez despliega sus encantos y expone los aspectos más progresistas de su programa de gobierno. De esta forma consigue aquiescencia a su proyecto, introduce división entre esos movimientos sociales porque siempre hay alguna organización que se queda fuera, y siega la hierba bajo los pies a Podemos que como movimiento sociopolítico ve como el presidente del Gobierno en funciones dora la píldora a sus principales aliados, si se trata de presionar a Sánchez desde posiciones más de izquierda, a los que promete, como al sector educativo, un aumento de la inversión a lo largo de la legislatura hasta llegar al cinco por ciento.

Sin embargo, falta lo esencial, los contactos, las negociaciones entre el PSOE y Unidas Podemos para alcanzar un acuerdo sin el que todo lo que sucede hasta ahora es gastar pólvora en salvas. Hoy, tras su audiencia con el rey, Pedro Sánchez podría anticipar algo, aunque como es quien maneja los tiempos todavía tiene de sobra para continuar su presión sobre Pablo Iglesias para que al final se evite la celebración de nuevas elecciones. Sería un desastre que hasta el rey pide evitar.

Te puede interesar