Opinión

Resaca de la fiesta

La fiesta por el trigésimo sexto aniversario de la Constitución ha dejado muchas certezas y algunas incertidumbres, con las acostumbradas ausencias de la celebración. Las de los nacionalistas son ya tradicionales porque no perciben avances en su petición de renovar el encaje en el entramado constitucional y que consideran “una jaula”; la de los representantes de la Izquierda Plural porque no ven que haya que celebrar una Constitución que no se cumple en sus aspectos sociales; y los presidentes autonómicos no se presentaron porque celebran la fiesta en sus lugares de origen, aunque otros, con cierta maldad, piensan que no estuvieron porque aparecer ahora junto a Mariano Rajoy no favorece sus intereses electorales.

El jefe del Ejecutivo, que siempre ha presumido de ser “previsible” en sus decisiones políticas confirmó en la fiesta del Congreso dos de sus ideas fuerza, que no adelantará las elecciones salvo que se produzca un cataclismo que no percibe en el horizonte, y que él no abandona el barco a pesar de su mala valoración en todas las encuestas y por tanto repetirá como candidato del PP a la presidencia del Gobierno, sin que se vea por el momento ninguna alternativa desde fuera de su entorno para disputarle el puesto –una lucha fratricida sería lo que le faltaba al PP para acentuar la caída electoral que reflejan las encuestas- y dentro ha tejido fidelidades absolutas.

Otra de las certezas que dejó Mariano Rajoy es que la reforma constitucional sigue estando en el último lugar de sus prioridades, mientras que el líder de la oposición, Pedro Sánchez busca más seguidores para unas tesis, que tarde o temprano cree que acabarán por imponerse porque es necesario hacer una revisión de algunos de los aspectos esenciales del texto, que han quedado superados por la fuerza de los hechos.

Además, el presidente del Gobierno es consciente de que la propuesta del líder del PSOE de contrarreformar el artículo 135 de la Constitución que pactaron él y Rodríguez Zapatero es una iniciativa que ha contribuido a mejorar las expectativas electorales de los socialistas y de ahí que no pierda ocasión para criticar a Sánchez por ella, al tiempo que le sirve de excusa para no abordar la reforma constitucional por la falta de confianza que le inspira quien cambia de opinión. Olvida Rajoy de forma voluntaria que la ley de Estabilidad Presupuestaria que desarrollaba aquel cambio constitucional y que debía haber sido objeto al menos del mismo consenso se aprobó con los votos en contra de los socialistas porque el PP incumplió el pacto previo sobre el límite del déficit estructural que habían acordado previamente. Pelillos a la mar. 

Y tras escuchar al presidente del Gobierno preguntarse “¿Cómo vas a hablar con alguien que lo único que quiere es irse de España? solo cabe hacerse otra: ¿Cuál va a ser la estrategia que adoptará para resolver un problema realmente existente en Cataluña toda vez que da por cerrada la vía del diálogo y de la política y que deja solamente abierta la aplicación de la ley con toda su contundencia y con todas sus consecuencias?

En efecto, la fiesta de la Constitución ha dejado una buena resaca política con avisos a navegantes de todo tipo y condición que van a dar para mucho debate en los próximos días.

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