Opinión

Susana Díaz lamina el sanchismo

No, no se trata de un error. Es sabido que el Comité Federal de Listas celebrado el pasado domingo, encargado de cerrar las candidaturas electorales para todos los comicios próximos, concluyó con la imposición de los criterios del equipo de Pedro Sánchez y dejó la sensación de ajuste de cuentas del secretario general con algunos de los líderes territoriales que apoyaron a la expresidenta andaluza en las primarias del PSOE y que han venido manteniendo una actitud crítica hacia él. Se trata simplemente de recordar que el “susanismo” laminó a los “sanchistas” y no incluyó a ninguno a la hora de elaborar las candidaturas para las elecciones andaluzas del 21-D,  pese a que los partidarios del actual presidente del Gobierno representan un tercio de la militancia en la mayor federación socialista.

Es decir, que cada líder político trata de ningunear a sus adversarios internos siempre que tiene ocasión, y que tratándose de políticos experimentados con muchos procesos electorales a las espaldas ya saben cómo va esto, cómo se hacen la listas, cómo quien manda impone el equipo y que los damnificados unas veces caen de un lado y otras del contrario, que los perdedores son obligados a pasar por las horcas caudinas, de la misma forma que si hubieran sido ellos los vencedores es muy probable que no hubieran hecho prisioneros. Este modo de actuar no es nuevo, ni privativo de un vengativo Pedro Sánchez, sino la forma habitual de proceder de cualquier líder que pretende contar con un equipo cohesionado. Mejor si es por intereses políticos que por temor a ser enviado al ostracismo.

Bien es cierto que en este caso el criterio de la dirección se ha impuesto sobre la elección de la militancia en cuatro provincias andaluzas y en dos aragonesas, y que Pedro Sánchez llegó de nuevo a Ferraz aupado tras incrementar el poder de los militantes sobre los órganos de representación y ahora no ha seguido sus deseos en la listas conflictivas. Pero es que han sido todos los líderes socialistas  quienes han tenido la última palabra en la confección de las candidaturas nacionales. En este caso además, se han respetado al cien por cien las candidaturas autonómicas y casi la totalidad de las de los ayuntamientos.  

Pese a las discrepancias y el “tomo nota” de Susana Díaz, el PSOE de Andalucía es el más interesado en que su partido obtenga los mejores resultados posibles para demostrar que han movilizado a todos los votantes que se quedaron en casa en las elecciones autonómicas. Si el granero de escaños del PSOE falla, su futuro estaría amenazado.  

Si se utiliza la misma vara de medir, tampoco el líder del PP, Pablo Casado, ha tenido el más mínimo pudor en defenestrar de las listas a los representantes del “rajoyismo”, algunos de los cuales llegaron a la dirección del PP al mismo tiempo que él, después de haber mostrado el camino de salida a los “sorayistas” para imponer una renovación que ha causado malestar y una cierta contestación interna a la que se ha puesto sordina y que viene a coincidir con las dudas acerca de su estrategia en la que por ahora acumula más errores que aciertos, con el llamamiento a Vox para que no se presente en algunas provincias, la polémica sobre las mujeres inmigrantes, el abandono del centro político… O hacer de las elecciones un plebiscito sobre Cataluña. Rajoy hizo lo mismo y no le funcionó.

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