Opinión

Susana Díaz se queda en Andalucía

La decisión de la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, de no presentar su candidatura a la secretaría general del PSOE en el próximo congreso extraordinario libra al partido de un tremendo lío formal –otra cosa son la consecuencias políticas de su decisión a nivel nacional- que habría obligado a replantearse muchas posiciones, y que darían al traste con el discurso que han mantenido en los últimos tiempos sobre la regeneración del partido y el efecto que se espera tanto de las elección por los militantes del secretario general como de las primarias abiertas para la elección del candidato a la presidencia del Gobierno.

La presencia de Susana Díaz en la lucha por la secretaría general habría inclinado hacia ella sin ninguna duda la balanza, a la vista del respaldo que había recibido por parte de muchos secretarios regionales que le animaron a dar el paso. Sin duda el partido habría obtenido un alto grado de unidad en torno a su figura, pero la acumulación de cargos habría jugado en su contra –con una situación idéntica a la de María Dolores de Cospedal-, y habría tenido un efecto devastador sobre la promesa de las primarias abiertas que con una figura de su peso al frente de la dirección del PSOE habrían quedado descafeinadas. Un triunfo altamente probable le habría obligado a dejar Andalucía sin haber revalidado en unas elecciones el poder que heredó. En ese caso lo que se resentiría sería el liderazgo andaluz del PSOE, ella habría traicionaría su palabra de trabajar por Andalucía y de no dejar su comunidad, donde desarrolla el experimento de gobernar con IU, que para ambos partidos es imprescindible que salga bien de cara al futuro.

Pero por otra parte, un liderazgo fuerte como el que supondría el de la presidenta de la Junta de Andalucía era una garantía de que el partido se dedicaría a hacer política y no a mirarse el ombligo resolviendo sus cuitas internas, mientras las encuestas revelan que la caída libre aún no se ha frenado. Susana Díaz encarna renovación sin las dudas que generan los candidatos a dirigir el partido desde Ferraz sobre su capacidad de solidificar la unidad del partido en torno a sus figuras.

El paso atrás de Susana Díaz deja la lucha sobre la secretaría general con dos contendientes principales, Eduardo Madina y Pedro Sánchez, con José Antonio Pérez Tapias, representante de Izquierda Socialista, como espectador si se tiene en cuenta la representación tradicional de esta corriente. Al próximo secretario general le espera para las primarias Carme Chacón, que ha decidido no disputar este primer round y que en caso de ganar abocaría al PSOE a una bicefalia que tantos dolores de cabeza le proporciona.

Susana Díaz seguirá siendo el referente del PSOE porque gobierna su granero de votos. Esa referencia política y el hecho de ser la baronesa con mayor poder institucional del partido le van a permitir tener marcado de cerca al próximo secretario general, al menos en los primeros momentos, y evitar que se cometan excesos que pongan en riesgo el patrimonio del PSOE. Ya lo ha hecho sin tener mando en plaza con respecto a la posición del PSOE respecto a Cataluña y más recientemente ante la próxima abdicación del rey y el voto de los socialistas en este debate y poniendo sordina al debate sobre Monarquía o República.

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