Opinión

Victorias y derrotas

El presidente de la Generalitat conmemoró ayer el tricentenario del triunfo de los austracistas en la batalla de Talamanca, en las proximidades de Barcelona, frente a los partidarios de Felipe V, apenas un mes antes de que estos tomaran Barcelona. La conmemoración de esa victoria tiene menos sentido para los nacionalistas que la derrota final del 11 de septiembre que es, en definitiva, en la que se funda la interpretación histórica interesada que hace tabla rasa de los 300 años que han venido después. Entre la victoria del 13-14 de agosto y la derrota que se conmemora en la Diada, y a la vista de los movimientos que se suceden en el panorama catalán tras la entrevista que mantuvo con el presidente del Gobierno, no se sabe si Artur Mas está en la línea de Winston Churchill o de Groucho Marx.

Al segundo se le atribuye aquella frase de que iba “de victoria en victoria hasta la derrota final”, y ese parece ser el periplo del presidente catalán, exceptuando los malos resultados que cosechó CiU en las urnas en 2012. Pero a partir de ahí los éxitos se le han acumulado a Mas con las manifestaciones masivas de las Diadas, la confluencia con ERC, ICV, y CUP en favor del referéndum independentista, la laminación del PSC, el establecimiento de la fecha y la redacción de la doble pregunta para el referéndum del 9-N sin anunciárselo al Gobierno , con la próxima aprobación por el Parlament de la ley de consultas, y sobre todo por cómo ha calador entre la ciudadanía catalana que la legitimidad democrática está por encima de la legalidad democrática. Pero quizá la expresión más “marxista” de su triunfo, que ya se sabe adónde conduce, sea que ERC ganaría a CiU en cualquier elección, que está a punto de quebrar la coalición nacionalista que durante más tiempo ha gobernado en Cataluña, que ha perdido la centralidad en esa comunidad autónoma y que para postre sabe y asume que el referéndum independentista no se va a celebrar porque el Congreso de los Diputados no le ha dado el permiso que solicitó para ello.

Sin embargo, en este camino victorioso han comenzado a aparecer baches que pueden hacer más evidente cual será el desenlace final: las 23 reivindicaciones de carácter económico que Mas planteo a Rajoy no se compadecen con el objetivo de la secesión antes de final de año, o las declaraciones de la vicepresidenta del Govern catalán, Joana Ortega, del partido de Duran Lleida, en el sentido de que el mundo no se acaba si el 9-N no se vota la independencia, con la reacción ayer mismo de Artur Mas que insiste en que el único plan es el de sacar las urnas a la calle el 9-N. Tiene la salvaguarda de que le espera un intenso mes de septiembre de triunfos parciales con la Diada, la aprobación de la ley de consultas y la convocatoria del referéndum -a la espera de la decisión sabida del Tribunal Constitucional- que terminarán de llevarle a la derrota final que a ver como explica a sus socios sí, como afirma Rajoy, se ha comprometido a no convocar un referéndum ilegal.

La historia sí dio la razón a Winston Churchill quien proclamó que irían “de derrota en derrota hasta la victoria final”, aunque no la administró. Artur Mas tiene que asumir que la victoria no es la secesión sino convencer a Rajoy para que ambos den pasos en la conciliación de unidad y diversidad.

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