Opinión

Día sin…

Alguien propuso celebrar “El día sin pantalones” y no pocos se sorprendieron al ver a gente caminando en ropa interior por el metro y las calles de Nueva York la primera vez que surgió la idea. Eso sí, arriba iban convencionalmente vestidos, con gorros, abrigos y demás atuendo propio del invierno. De eso hace ya 16 años, y según pasa el tiempo la propuesta se consolida, de tal manera que cada vez son más los que se pasean ligeros de cintura para abajo cuando se conmemora la efeméride, con el único objetivo, afirman, de hacer reír y pasar un buen rato.

Ciertamente, hay muchos “días sin…”: los hay “sin IVA”, “sin coche”, “sin alcohol”…, y todos, en mayor o menor medida, tienen su repercusión; todos menos uno: “El día sin móvil”. Esta iniciativa, entre nostálgica y medioambiental —de la que nunca más se supo— surgió en 2007 a propuesta de una asociación de consumidores, y el fracaso fue tan estrepitoso que pocos quisieron reactivarla. Tal fue el desapego ciudadano que no solo no se secundó sino que ese día aumentó el tráfico de datos telefónicos (supongo que para ver cómo quedaba la cosa).

¿Se lo imaginan?: ¿todos de acuerdo para no usar el móvil durante un día entero? ¿De verdad, alguien nos cree capaces de traicionar así a la Madre Comunicación? Honremos al fax, a las cartas y a las palomas mensajeras como se merecen pero no nos devuelvan a las cavernas, por favor.

Ya lo avanzaban los Teletubbies con su pantalla digital aflorándoles barriga afuera, y quienes crecieron bajo el influjo de ese mensaje catódico interiorizaron que la tecnología es algo que debe llevarse encima en todo momento, preferiblemente, lo más pegada al cuerpo posible.

En cambio a los que Heidi y Marco ahogaron en un mar de lágrimas porque no había forma de localizar a madres o padres ni a golpe de tam-tam, para esos, el móvil podría ser algo prescindible en determinados momentos. Apurándolo mucho, a modo de apuesta, casi seríamos capaces de no usarlo durante algunas horas. Ya digo: apurándolo mucho.

Por supuesto, si has nacido en la Era Digital y estás leyendo este artículo no me taches de loco. Déjate llevar por la melancolía de un tiempo no vivido y piensa que, antes, “silencio” y “espera” eran valiosas palabras. Sé que es difícil, pero inténtalo; verás todo lo que encuentras en un minuto perdido. Y para los demás, para aquellos que soñábamos dentro de una cabina y que en casa estirábamos el cable del teléfono hasta los límites de la intimidad, para todos esos, nada que decir, ya me entienden… 

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