Opinión

El adivino

Voy a ser adivino por unos minutos, más que nada por echarle una mano al sector. Si se fijan, la crisis ha llegado ya hasta los anuncios breves de los periódicos, esos que en las últimas páginas ofrecen -discretamente- desde contactos sexuales a ventas de excavadoras, alquiler de pisos o la dirección de las funerarias, que nunca está de más.

Bueno pues, insisto, los adivinos son los grandes perjudicados. Antes daba gusto: tú abrías la página de “Clasificados”, al sur del diario, y aparecían columnas de profesores, médiums o transportistas del “más allá”, que te ofrecían todo tipo de servicios espirituales a cambio de la voluntad (la voluntad de que les creas y luego les pagues).

Pero ya no están. El coronavirus los ha echado de los periódicos, y ahora sus panfletos andan pegados a los parabrisas de los coches y en los buzones de propaganda, como un triste recuerdo de lo que antaño fueron cuando compartían cartel con el “Ejecutivo solvente” o las “Musas” que te ofrecían discreción.

Todo cambia. Por eso voy a echarles una mano: de entrada, sepan ustedes que habrá Navidades y Reyes Magos, al menos en cuanto a compras se refiere. Desde ahora y hasta mediados de diciembre aumentarán los brotes del covid-19 y tendremos confinamientos, pero hacia la Inmaculada la cosa mejorará. Hará frío, sí, pero el virus sucumbirá al espíritu navideño y lograremos mantenerlo a raya, por eso de que en diciembre se enciende “la chispa de la vida”.

Luego, entre la cuesta de enero y carnavales, volvemos a casa: más confinamiento, más pedirnos responsabilidad social, más aluvión de datos… todo eso. Y seguimos en ese déjà-vu informativo en el que estamos instalados, donde las noticias del covid-19 da igual que sean de marzo o abril, que de octubre o noviembre porque son siempre las mismas. En primavera, la vacuna rusa, la china, la norteamericana o a la de Oxford, nos harán recelar de sus efectos secundarios y dudaremos del “póntelo, pónselo”.

Y entonces llegará el verano. Como ya ocurrió en junio, abriremos fronteras, y con la hospitalidad que nos caracteriza de siesta y fiesta, con címbalos y timbales les diremos a los alemanes y a los demás que se vengan en vuelos chárter a Mallorca, y a Canarias, y a Madrid, y por supuesto a Galicia, que es Año Santo. Bienvenidos todos, que hay que salvar la temporada. Después, en septiembre, vuelta al cole y a las burbujas, y en octubre, lo mismo de ahora. Ya no sigo porque mi bola de cristal solo alcanza a un año vista. Ahora bien, sepan que todo esto es válido si Trump pierde las elecciones, porque si las gana, su vacuna la traerá Papa Noel y asunto arreglado (siento no poder avanzarles el resultado del escrutinio. En mis dotes adivinatorios no entra la política; no llego a tanto.)

Te puede interesar