Opinión

Aragonès emplaza a Sánchez recordándole que le debe estar en la Moncloa

Con apenas unos días de diferencia, el presidente de la Generalitat, Pere Aragones, ha retado dos veces al presidente del Gobierno, doctor Sánchez: primero le pide que sea valiente para resolver “el conflicto de Cataluña”. Ser valiente consiste en darle la razón, aceptar que se convoque un referéndum de autodeterminación y en suya que se facilite el camino de la independencia. Pero tras ese reto, ahora, ha vuelto a poner contra las cuerdas al presidente, recordándole que si está en la Moncloa se debe, entre otros, a él mismo. Aragonès, ha descartado “en principio” acudir a la conferencia de presidentes prevista para el próximo viernes 25 de febrero en La Palma porque no hay ningún punto de acuerdo en el orden del día y no ve útil la reunión para él. Y advierte a Pedro Sánchez, que no tiene alternativa a entenderse con ERC.

En alguno de los esenciales documentos del PSOE que aluden a las condiciones para resolver el referido conflicto (además de hacer suyo el propio lenguaje de los independentistas) no se alude a la Constitución como marco imposible de traspasar, tal y como figura en los acuerdos básicos de la negociación con el independentismo, donde se dice que se enmarcarán dentro de la ley. ¿De qué ley? ¿De una ley cualquiera o de una que se elaborará para obviar los propios límites constitucionales? El juez Vidal, que redactó el borrador de la Constitución de la República Catalana, manifestó que ya antes de acceder a la presidencia, Sánchez le ofreció reponer mediante leyes orgánicas los aspectos que el Constitucional modificó del Estatut de 2006.

Aragonés ha recordado a Sánchez que los suyos son indispensables para que pueda seguir en la Moncloa de forma expresiva: “Si en la próxima legislatura hay un gobierno del PP y Vox, no será por culpa del independentismo, sino por la poca valentía del actual Gobierno para afrontar las grandes cuestiones que quedan pendientes, entre ellas el conflicto político con Catalunya”. Trata al tiempo de recoser todas las costuras del independentismo sobre la base de que nada une tanto como un enemigo común, el Estado. Y presume de que las ideas que él representa son ya las de toda la sociedad catalana. En la que todas las fuerzas independentistas se agrupen será posible derribar el muro del Estado e imponerle “que acepte los grandes consensos que constituyen la sociedad catalana, el de un referéndum y el de la amnistía”. Si Sánchez no responde, se deben poner en marcha las movilizaciones intensas y constantes (¿acaso las de tiempos de Torra) que “obligue al Gobierno a tomarse seriamente la mesa de diálogo para resolver el conflicto político”.

Es momento de aprovechar las debilidades del PSOE para exigirle que, cinco meses después de las últimas conversaciones, se someta a dar las respuestas que se le piden. Resulta inevitable en esta hora recordar aquello que dijera Pedro Sánchez desde la tribuna del Congreso: Que nunca aceptaría que el Gobierno de España descansara en pactos con los independentistas y que, en ese caso, prevalecerían sus principios y que él se tenía por hombre de palabra que cumple lo que dice. Sin duda.

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