Opinión

21 días y 500 noches

Han empezado oficialmente la dura campaña electoral en Madrid -la de verdad, lleva dos años- y la carrera hacia el 9 de mayo, el día en que, si no hay novedad, acabará el estado de alarma, imprescindible hace solo seis meses para el presidente Sánchez y, ahora, descartada su prórroga. Dos cuestiones que van a incidir profundamente en la política española de los próximos meses. Los políticos tienen ya menos de tres semanas para arreglar una situación de incertidumbre que afecta a todos los gobiernos autonómicos y a cada uno de los españoles que no sabemos qué vamos a poder hacer a partir del día 9 de mayo. Si el presidente Sánchez ha decidido parar "la maquinaria" hasta ver lo que sucede el 4 de mayo, es posible que la incertidumbre se transforme en inseguridad jurídica y que sea tarde ya para solventar el casi seguro caos: ¿Qué pueden hacer las autonomías?, ¿Habrá confinamientos y cierres perimetrales o libertad de movimientos? ¿Cómo será la, ahora, inexistente cogobernanza? Lo peor es la inseguridad jurídica y en esa dirección avanzamos. El presidente Sánchez, que debería gobernar, ha dicho que si el PP quiere prorrogar el estado de alarma, que lo pida. Eso se llama dejación de funciones.

Ni las elecciones en Madrid ni, tampoco, el estado de alarma son el principal problema de esta hora. Lo urgente y decisivo es la vacunación masiva de la población. El objetivo del 70 por ciento se iba a conseguir en julio, luego en agosto, ahora ya es "al final del verano" y es posible que se alargue. Sin esa inmunización, todo lo demás -vuelta a una nueva normalidad, llegada de turistas, recuperación económica...- es una ilusión. 82 sociedades científicas, que agrupan a más de 200.000 especialistas médicos han pedido al Gobierno que siga criterios científicos y a los partidos que no usen la pandemia en la refriega política. "No paren la vacunación y pónganse de acuerdo en las medidas para el control de la pandemia". Nada indica que eso sea ni un objetivo ni una posibilidad. La Conferencia de presidentes autonómicos, que debería ser básica en este momento, sigue sin ser convocada por Pedro Sánchez y la falta de diálogo en ese foro, de debate sereno en el Parlamento y de escucha a la comunidad científica, junto con el caos europeo en el proceso de vacunación, van a alargar mucho el proceso de recuperación. Así, las empresas no pueden recuperar una mínima normalidad, el desempleo se va a disparar y la economía no podrá despegar.

Por eso es más chocante que, olvidando sus responsabilidades, entre ellas la de un Plan de Recuperación para el que Europa exige el máximo consenso posible, el presidente del Gobierno esté liderando la batalla por Madrid, desacreditando a su candidato un día sí y otro también, haciéndole las listas sin su participación, designando a su ministra de Hacienda como futura vicepresidenta de un improbable gobierno autonómico de izquierdas, colocando a su lugarteniente Iván Redondo al frente de la campaña y de la refriega y jugándoselo todo a una carta menor.

España necesita un Plan de Recuperación debatido, discutido, negociado y consensuado y lo que Sánchez ha presentado, un copia y pega, no mejora el nivel de su tesis doctoral. España necesita un marco normativo suficiente y ágil, con responsabilidades y competencias expresas del Gobierno central y de los autonómicos para la salida del estado de alarma en tres semanas y Sánchez no está por la labor. Lo que no necesita España es que el presidente abandone sus funciones para pelearse con miss Ayuso. Tenemos menos de 21 días para resolver esto y si no lo hacemos tendremos más de 500 noches para lamentarlo.

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