Opinión

Gracias, Europa

La política está hoy tan llena de contradicciones como escasa de rigor. En el mundo, en Europa y, por descontado en España. Estados Unidos ha tenido muy malos presidentes, pero Trump ha sido el peor o uno de los peores. En Europa no hay líderes nacionales, con la excepción de Merkel que ya está en la línea de salida, y lo mismo podemos decir del gobierno de la Unión Europea. De España, casi mejor no hablar.

Si tenemos el peor presidente de la democracia, en fuerte rivalidad con Zapatero, tampoco podemos alardear de posibles recambios. ¿Responde la mediocridad de los políticos a una sociedad que ha ido bajando paso a paso sus niveles de exigencia y de solvencia? Tal vez, pero hay algunas excepciones en el campo de las empresas, de la ciencia o de la cultura que tendríamos que ser capaces de trasladar a la política. Y, al mismo tiempo, exigirnos elevar el nivel ético, que también está en franca decadencia.

Es curioso que un presidente que se apalancó en "los expertos" -secretos hasta hace unos días y solo revelados por obligación legal- y que ha encargado la gestión de su primer año de gobierno a otros "expertos" -elegidos por el presidente, lo cual dice mucho del interés gubernamental por las valoraciones objetivas- está dispuesto a desatender las opiniones de los expertos, éstos de verdad -la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Supremo- para conceder el indulto a los políticos golpistas catalanes.

Son cosas de la política que hacen que crezca la desconfianza de los ciudadanos en las instituciones, tanto o más que la falta de voluntad para renovar el Consejo del Poder Judicial, unos para no perder el control y otros para tomarlo al precio que sea y por cualquier camino.

En este contexto, solo nos puede salvar Europa. Es cierto que, en el inicio de la pandemia, la Unión Europea no existió. Cada Gobierno hizo lo que quiso, se cerraron y abrieron fronteras sin criterios comunes, nadie puso orden y Europa, paralizada y dividida, desapareció como actor político. Afortunadamente ha habido una reacción y debemos a Europa no solo una cierta estabilidad económica y del empleo -frágil, temporal- sino también un plan de reconstrucción futura que, si sabemos aprovecharlo, podrá sacarnos de la crisis con cierta rapidez. También ha sido fundamental la actuación del Banco Central Europeo.

La unidad en la fabricación y distribución de las vacunas y el reparto a todos los países está siendo otro éxito de la Europa unida. Incluso, la salida pactada del Brexit, en una difícil y dura negociación. Sin Europa, España estaría hace meses, quebrada económica y hundida sanitariamente. Nos va a costar mucho salir de la crisis, recuperar la actividad de las empresas, volver a cifras de empleo altas pero soportables, hablar de salud estable. Sin Europa, nada hubiera sido posible.

No habrá "nueva normalidad", como pregonan algunos sino "otra realidad" muy diferente. Necesitamos más Europa para afrontar los desafíos actuales y futuros, para fortalecer la democracia de baja calidad que hay en muchos países de la Unión, España incluida. Tenemos la oportunidad de abrir grandes centrales de compra que abaraten precios y servicios, de aumentar el peso político de Europa, de convertir el viejo continente en una gran factoría digital que cree riqueza y empleo de calidad. Hay que blindar un modelo social europeo y un espacio de respeto de las libertades y los derechos humanos en toda su extensión.

Más Europa es la receta contra los viejos nacionalismos independentistas y los nuevos populismos de larga mano y corta visión. Hay que tomar en serio el proyecto europeo, delegar poder, reducir discrecionalidad y establecer un verdadero espacio de Justicia y Seguridad que haga crecer el derecho europeo, garantice la seguridad jurídica en todos sus territorios e impida a los Gobiernos saltarse las leyes a conveniencia. Gracias, Europa. Más Europa.

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