Opinión

¡Animo Pedro, no estás solo!

El presidente del Gobierno de España es, es mi opinión, un personaje singular; controvertido, ambicioso, tenaz, valiente e imprevisible. Para la derecha, un traidor. Para los nacionalistas independentistas, un cobarde. Para los socialistas felipistas, una anomalía. Para los “barones”, un peligro. Para los socialistas de base, entre los que me encuentro, la esperanza de la izquierda posibilista y, en la actualidad, el líder referente de la socialdemocracia europea. Los sectores más reaccionarios de la sociedad española lo odian, lo culpan de usurpación ilícita del Gobierno (por lo tanto del poder) y, paradojas inexplicables que ponen en evidencia sus notables contradicciones, no aceptan el mandato constitucional cuando éste es contrario a sus intereses.

 Los poderes fácticos están convencidos de que España, por razones históricas, es patrimonio de la derecha, compartido con una aristocracia franquista rancia y decadente. Muchos de ellos siguen anclados en la victoria militar del fascismo sobre los republicanos, victoria que condenó a España durante cuarenta años al ostracismo de una dictadura brutal y corrupta. Pero a pesar de ello se creen legitimados a utilizar los medios más innobles para desacreditar la acción de gobierno de la izquierda, ayer a Felipe González, después a Zapatero y hoy a Pedro Sánchez y a su gobierno. No renuncian a nada, todo vale; la mentira, la difamación, el insulto, la instrumentalización de las instituciones, la manipulación de la información, la compra de voluntades, la amenaza y el miedo. 

Un implícito pacto de los cruzados del inmovilismo responde a la llamada de su carismático mentor (el presunto padrino de la Gürtel y adalid de Faes), se movilizan contra el peligro “rojo”. Sánchez es la bestia, el vende patrias, el advenedizo hijo de un parto indeseado. Pero es duro de “roer”, se ha rodeado de un cualificado equipo de ministros que han desarrollado una eficaz labor en un corto período de tiempo y solo la incomprensible suma de votos de independentistas y partidos de la derecha parlamentaria ha impedido la aprobación de los presupuestos más sociales de la historia de España.

Sánchez ama el riesgo, su tenacidad le lleva a enfrentarse con el “stablishment” económico. Compagina pragmatismo con la coherencia ideológica de un gestor socialdemócrata. No renuncia a nada a pesar de algunas de sus frustradas propuestas no han llegado a buen puerto. Afortunadamente carece del aura del caudillo insustituible como lo fue Felipe González. Tampoco tiene el carácter apacible y tolerante de Zapatero. Ni el maquiavelismo de Rubalcaba. Ni la oratoria de Josep Borrell. Consciente de la fragilidad de algunos apoyos, va a configurar unas listas electorales con sus leales esenciales, no quiere sorpresas, traiciones o renuncias imprevistas. 

Estoy seguro de que es consciente de que la búsqueda de la perfección puede bloquear el camino que conduce a la obtención de importantes mejoras. Las conquistas sociales se consiguen en democracia lentamente, su cimentación requiere diálogo y más diálogo. Esa es la ruta del progreso y Pedro cuenta con el apoyo de millones de ciudadanos que confían en su constancia y con la lealtad de las bases socialistas. ¡Adelante Pedro, no estás solo!

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