Opinión

La ciudad y los genios

Florencia, bella entre las bellas, perla del Renacimiento, residencia de dioses y demonios, envidia del Olimpo. El arte al servicio del hombre gracias al mecenazgo de la familia Medici que, consciente de la importancia de la belleza, financió a grandes creadores con el fin de honrar eternamente al Cielo y a la Tierra y al mismo tiempo conseguir que Florencia superase en esplendor a la vieja y orgullosa Roma. Genios de la pintura y de la escultura como Masaccio, Donatello, Fra Angelico, Boticelli, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael… docenas de poetas, de filósofos como Marcilio Ficino o Crisoforo Mandino, de arquitectos como Bruneleschi o Michelozzo, de ilustres humanistas como Marcilio Ficino, Cristoforo Landino o Giovanni Pico Mirandola. Todos ellos dejaron huella imborrable en una ciudad que atesora el mayor de los bienes: la Cultura al servicio de la humanidad.

Ourense, la Atenas de Galicia, la ciudad de las Burgas, del Santo Cristo, del Puente Romano; la cuna de Otero Pedrayo, de Risco, de Blanco Amor, de Prego Oliver, de los Quesada, de Acisclo Manzano, de José Luis de Dios, de Xocas, de Carlos Casares, de Filomena Dato, del padre Feijóo, de Marcelo Macias, de Lamas Carvajal, de Prado Lameiro, de Florentino Cuevillas, de Virxilio, de Ramón Conde, de Prieto Nespereira, de Ben Cho Shey, de Xeixadelo, de Maria Antonia Iglesias, de Julio Prada, de Jimeno, de Marcos Valcarcel, de Luis Trabazo, de Pura y Dora Vázquez, de Valente, de López Cid, de Ángel Huete, de Alexandro, de Vidal Souto, de Conde Corbal, de Olga Gallego… tiene pues Ourense nada que envidiar a las más ilustres ciudades del planeta Tierra y no digamos si ampliamos la relación de intelectuales y creadores que vivieron en la capital pero que nacieron en la provincia, como Parada Justel, Curros Enríquez, Celso Emilio Ferreiro, Xesús Alonso Montero, Méndez Ferrín, Eligio Rivas, Alfredo Conde, Alfonso Sobrado Palomares, Taboada Chivite, los escultores Buciños y Baltar, el antropólogo Mandianes, Antón Tovar, Antón Rivero Coello, Alonso Estraviz, Xosé Manuel Cid, Julio Carballo Enriquez, A. Cid Rumbao...

¿Cuál es la razón por la que se menosprecia esta inmensa riqueza? ¿Está la clase política en condiciones de publicitar y gestionar el patrimonio cultural heredado de los ilustres hijos de esta hermosa ciudad? ¿Tiene algo que anhelar la obra de Xaime Quessada (pintor, grabador, escultor, diseñador, cartelista, muralista y escritor) de la de Boticelli? Sin duda el “Nacimiento de Venus” es una obra relevante pero “El Dictador” no tiene nada que envidiarle; estilos distintos pero impacto semejante. El Viejo Milenario compara, salvando las distancias, la belleza de la Capilla Sixtina, fruto de varios artistas renacentistas entre los destacan Botticelli, Perugino, Cosimo Roselli y sobre todo el mítico Miguel Angel, con la obra de Jaime Quessada en el Teatro Principal de Ourense, trabajo realizado con un tremendo esfuerzo físico por hacerlo acostado sobre su espalda. La obra tiene la hermosura suficiente para ser visitada como un auténtico tesoro.

Las instituciones ourensanas preocupadas por el devenir de los próximos comicios no prestan la atención que merece el dedicar un espacio a la exposición pública de los trabajos de sus hijos más ilustres. Cientos de obras de un valor incalculable esperan que la Atenas gallega, hoy ya decadente, recupere el prestigio que la historia les demanda. Un ejemplo de colaboración ha sido el convenio firmado por la gerencia del CHOU y la Fundación Xaime Quessada Blanco, que permite que los enfermos y sus visitantes gocen de la obra expuesta en sus dependencias, aliviando el estado anímico de los ingresados.

El Viejo Milenario es consciente de que Ourense no es Florencia, que Jácome y M. Baltar no son los Medici, que el Humanismo y el Renacimiento no pasaron por la ciudad de las Burgas, de que el Pardo, el Louvre, el Hermitage o el Moma son catedrales del arte. Pero los creadores de Ourense merecen el reconocimiento que la Historia otorga a los padres de la Cultura.

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