Opinión

Dolor infinito

Revisando viejos papeles he encontrado una poesía escrita por mi abuelo en el año 1938, en la que refleja el inmenso dolor que le produce la muerte de su hijo Francisco en el frente de Teruel a consecuencia de la gangrena que le provocó una esquirla de metralla. La herida, en principio sin importancia, se produjo cuando llevaba un bocadillo a su hermano Gerardo. Los dos hermanos estaban muy contentos pues iban a desmovilizar a Francisco, por ser el tercer hijo en el frente de guerra. Sus padres esperaban su regreso en la aldea de Limeres (Cerdedo–Pontevedra) cuando recibieron la trágica noticia de su muerte. Mi abuelo estaba escondido en el monte para no ser asesinado por los esbirros del franquismo, lo que acentuó su dolor. Con esta publicación quiero hacer un homenaje a mis abuelos de los que tanto recibí y a quienes tanto debo.  

La poesía, de la que transcribo literalmente unos versos de la primera parte, se la dedica a su esposa  Carmen.


A merced del ánimo


A ti, mi Carmen querida,
te dedico yo estos versos,          
ya que el sufrir de tu vida 
también va expresado en ellos.

¡¡¡Paco!!! ¡Paquiño, hijo querido…! 
Has llenado mi existencia
en los años que has vivido,
y se me hizo noche eterna
en el momento que has partido.

Tu ausencia me ha dejado
para siempre sin ventura.
El placer se me ha acabado,
mientras que esta vida dura

¡¡¡Paco!!! ¡Paquiño, hijo querido…!
¡¡Qué solo me he quedado…!!
¡¡Qué vacío está el mundo..!!
¡¡Qué universo desolado…!!!

Nada en él me tiene objeto; nada-
Nada me queda que hacer.
Vivo en un mundo muerto,
en constante padecer.

En las estrellas del cielo;
en el paisaje solitario...
en lo oscuro de la noche;
en el brillo de un día claro…
Solo, con mis pensamientos,
o de gente rodeado, 
siento el enorme vacío,
de tu Ser desencarnado. 

¡¡Dios mío, qué solo estoy…!!
Cómo agobia mi conciencia
esta soledad terrible;
¡¡Esta pavorosa AUSENCIA...!!

En todo lo que hago;
en todo lo que veo;
en todo lo que pienso,
y en todo lo que creo…
¡En todo, Señor, en todo,
lo que se ocupe mi mente, 
flota siempre la imagen 
de mi querido AUSENTE…!

Y cuando la atención
un momento se distrae,
se estremece mi existencia
cuando a la mente me vuelve 
la idea obsesiónante:

“¡¡Paco, ha muerto Paco..!!”
-se me acuerda de repente-.
Y aterrando mi conciencia,
cada instante tal recuerdo,
todo mi Ser se alarma,
y se perturba el sosiego.

¡¡Qué impresión, Dios mío..!!
¡Qué sacudida en el alma…!

¡¡Qué sensación se siente;
¡¡qué angustia tan extraña…!!

¡¡Qué experiencia tan terrible...!!
¡¡Qué pena desconocida…!!
Sólo ahora, de verdad
tengo por cosa sabida,
que es el dolor más fuerte, 
de todos los de la vida,
el que produce la muerte 
de una persona querida.

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