Opinión

Está pasando

Desde cuándo las superestructuras controlan al ser humano? ¿Existió alguna cultura o civilización en la que ser ciudadano, en el sentido más literal, fuera una condición admitida por todos? ¿Es la libertad una quimera inalcanzable? El viejo milenario, a pesar de los siglos vividos, no alcanzó la sabiduría que le permitiera emitir un juicio claro sobre el tema más importante de la existencia, ¡la libertad! Recordó que, en el neolítico hace aproximadamente 7.500 años A.C, en una de las primeras ciudades que se construyeron, Catal Huyuk, no existía una pirámide de poder, ni clases sociales, incluso los hombres y las mujeres gozaban del mismo trato (herencia del paleolítico).

Hasta los dioses eran de ambos sexos, aunque se practicaba de forma especial el culto a la Diosa Madre. No se obligaba a nadie a participar en los ritos y ceremonias de exaltación a las divinidades que, como panteístas, tenían infinidad. Poseían, sin embargo, un gran respeto hacía sus muertos que eran enterrados en la misma ciudad (algo que en Galicia también forma parte de nuestra historia) y en muchos casos en la propia vivienda. Algo que en la actualidad sigue produciéndose en El Cairo, ciudad que visité en el año 2004 y pude contemplar personalmente como en uno de sus cementerios, el que está situado al pie del monte Mokattam, comparten habitáculo los vivos con los cadáveres (La ciudad de los muertos), esta coexistencia data de la guerra de los seis días (año 1967) en la que miles de palestinos se asentaron como refugiados y fueron alojados en la necrópolis. 

En las ciudades Estado sumerias (la civilización más antigua del mundo, de hace aproximadamente 3600 años A.C) la organización social era ya claramente jerárquica y estaba encabezada por un Rey o Patesi (sacerdote supremo y jefe militar) con plenos poderes en todos los ámbitos; religioso, militar y social. En esta civilización aparecía ya claramente una superestructura, formada por los privilegiados de la sociedad que controlaban a sus convecinos y guerreaban con los pueblos más próximos con el fin de aumentar sus riquezas, su poder y, fundamentalmente, disponer de esclavos que trabajasen para ellos gratuitamente, considerándolos como animales y como tales sin derechos. 

A lo largo de los siglos el sistema de control se hace más complejo, requiriendo de un aparato invisible, siendo muy difícil de destruir porque todos sus miembros son seres alienados carentes de voluntad propia, banales en su vida cotidiana pero crueles y sanguinarios en su misión de servidores del rol que se les ha asignado.

Creo que Hannah Arendt los describe con rigor en su obra “Eichmann en Jerusalén” y en “La condición humana”; pero la obra que más me ha impresionado es “El Proceso” de Franz Kafka. En una sociedad moderna y democrática son incontables los seres humanos que han sido víctimas de las superestructuras que controlan los equilibrios del poder. Mafias incrustadas en los aparatos del Estado, servicios secretos al margen del control democrático, desapariciones, accidentes, enfermedades derivadas de algún elemento tóxico hábilmente introducido, guerras no declaradas con miles de muertos y millones de desplazados, corrupción policial, paramilitares sanguinarios, guerrillas manipuladas para mantener estados de excepción, represión de masas, movimientos espirituales al servicio del capital… Millones de seres humanos convertidos en agentes de control de sus convecinos, crisis económicas dirigidas a reforzar las diferencias de clases. Revoluciones en pro de la justicia y en la victoria convertidas en dictaduras y teocracias represoras de los derechos de los pueblos.

Las moscas, por molestas, se eliminan sin que esto cause problemas. Al ciudadano K. por ejercer su derecho a la libertad se extirpa como un absceso contagioso. No es una pesadilla, en el mundo del siglo XXI está pasando.

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