Opinión

El fascismo anida en el cerebro reptiliano

El cerebro de un reptil es dominado por el tronco encefálico y el cerebelo, que controla el comportamiento y el pensamiento instintivo para sobrevivir.

Ourense 1959. Un niño llega entusiasmado a su casa: “Mamá, el profesor del Espíritu Nacional nos ha dicho que si nos inscribimos a la OJE podremos disfrutar de los juegos que tienen en la sede ubicada en la calle de General Franco: futbolín, pimpón, ajedrez, damas, parchís… Además todos los afiliados podrán ir de excursión a distintos lugares de la provincia y en las vacaciones de verano ir a los campamentos que están cerca de la playa. Para afilarse nos dieron una ficha que tenéis que cubrir los padres, no hay que pagar nada y todo es gratuito”. La madre escuchó en silencio la exposición de su hijo y cuando acabó, exclamó con una vehemencia que denotaba su profundo disgusto por lo que acababa de oír: “¡Un hijo mío falangista, jamás!” El muchacho quedó petrificado, respetaba devotamente a su madre y era consciente de su autoridad, que nadie de la familia se atrevía a cuestionar, excepto el abuelo que estaba permanentemente inmóvil afectado por la enfermedad de párkinson. El joven escuchó las razones que le expuso su madre para oponerse tan rotundamente a que su hijo fuese miembro de la Organización Juvenil Española: “Muchos falangistas han cometido crímenes horrendos e incluso alguno de ellos ha intentado matar al abuelo, que fue perseguido y encarcelado por defender la libertad y los derechos de los ciudadanos”. Viendo a su hijo triste y desolado por la contundencia de su negativa, le dijo: “Tendrás los mismos juegos y actividades si te afilias a Acción Católica, que además tiene las instalaciones en el Palacio Episcopal que está cerca de casa, o a los Boy Scout, como hizo tu hermano . 

Ourense, 1971. Un joven militante del clandestino Partido Comunista Gallego entra en la sede de la Falange y solicita hablar con el subjefe provincial del Movimiento; fue recibido cordialmente por X y el joven, con serenidad, expuso: “Vengo a denunciar al profesor de E.N., señor Y, que en el aula en que debiera impartir docencia ha sacado de su bolsillo lo que podía ser un arma de fuego, y con rabia contenida ha dicho que era para acabar con mi vida y con la de mi amigo, conocido librero de esta ciudad…”

 Madrid, 1977. Terroristas de extrema derecha, alguno de ellos vinculado con FN y Falange Española, matan a cinco abogados laboralistas y hieren de gravedad a otros cuatro, con el objetivo de dinamitar la transición de la dictadura a la democracia. Los asesinos contaron con la ayuda de la maquinaria represiva de las cloacas del Estado.

Xinzo de Limia, 23 de febrero de 1981. “¡Matarlos a todos que nosotros nos encargamos de los que viven aquí!” Gritaba desaforadamente un viejo falangista apoyado en la barra del bar viendo en televisión las imágenes del golpista Tejero, intentando aterrorizar a una preocupada pareja comprometida con las libertades y la Constitución. La pareja se debatía entre la huida o refugiarse al amparo de amigos conservadores, pero leales a la democracia. La revista Interviú publicó con posterioridad las listas que los que habían de ser eliminados una vez triunfase el golpe. Y entre los nombres de los candidatos a ser ejecutados figuraba el joven, entonces concejal comunista en Xinzo.

Suecia, Rusia, Ucrania, Italia, Polonia, Hungría, Francia, España… etc. El fascismo y el nazismo nuca morirán porque anidan en el cerebro reptiliano y responden con violencia “al otro”, al advenedizo, al inmigrante que “usurpa” los bienes de los antepasados. Cuando se extiende la crisis de la identidad surge el nacionalismo excluyente que manipula los sentimientos y alimenta las pasiones. Cuando las referencias de valores se circunscriben al guion de “Sálvame”; cuando la economía va mal y el hambre se extiende generando bolsas de pobreza; cuando los dirigentes políticos son incapaces de dar soluciones a los problemas de los ciudadanos… en ese campo abonado, como el ave Fénix, renace el fascismo. Transcurrido el milenio, el Anciano exclama con un profundo suspiro: ¡Cuánta razón tenía mi madre!

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