Opinión

Los gendarmes de Oriente Medio

Muerte! ¡Exterminio! ¡La ira de Yahvé caiga sobre vosotros!, gritan los sionistas antes de asesinar y masacrar al pueblo palestino. Cuando una población entera se encuentra bajo el peso de una calamidad, todas sus alegrías, esperanzas y deseos son sustituidas por el odio y la venganza. Las individualidades se diluyen entre las desgracias de todo un pueblo, las muertes representan un número indefinido que oculta el horror de la aniquilación. ¿Cuántas madres entierran a todos sus hijos destrozados por las bombas de un ejército genocida? ¿Cuántos niños quedan huérfanos y desamparados al perder a todos los familiares en razzias indiscriminadas? Entre los millares de víctimas de la ciudad de Gaza se observa la desesperación reflejada en el rostro de los más jóvenes; en sus ojos queda grabado el horror de una agonía imperecedera. Mientras esto sucede los más fuertes procuran consolar a los más indefensos y los animan a seguir la lucha contra el invasor, aleccionándolos para inmolarse en nombre de Alá si ello fuera necesario. Los halcones de ambos bandos se congratulan de las batallas ganadas, olvidándose que esta guerra no tiene fin.

En medio de un caos infinito, al Viejo Milenario le sorprendió la serenidad de un veterano palestino que, dirigiéndose a un joven, probablemente su nieto, le decía: “Sean cuales fueren las miserias que nos reserva el futuro, ninguna podrá ser tan cruel como la que experimentamos al ser arrancados a viva fuerza de nuestra tierra natal y tú, que tienes una vida sometida a la violencia, acuérdate de que Palestina es tu patria y que es un honor morir por ella”.

El Viejo Milenario ha viajado a Palestina, ha recorrido Israel, ha estado en Jerusalén, ha visitado los Santos Lugares, ha comprobado la discriminación a que están sometidos los palestinos que incluso han sido marginados de la vacunación contra el coronavirus y ha quedado impactado al ver el muro que separa las dos comunidades. Su corazón se ha conmovido por la maldad de los hombres, reflejada en una tierra bañada en sangre desde tiempos inmemoriales, como si una maldición bíblica se cebase sobre la estirpe de Abrahán. Dos culturas, tres religiones, dos pueblos, viven en un renacido apartheid odiándose a pesar de nacer del mismo Libro.

Para comprender el conflicto no debemos olvidar que Ben Gurión (primer presidente de Israel) pretendió fortalecer la “conciencia judía” creando una forma de pensar que fomenta la desigualdad de los habitantes del país seleccionados por su religión y por su procedencia étnica. El Viejo Milenario está convencido que para alcanzar la paz hay que desterrar para siempre la dicotomía de judío y gentil que tanto daño hizo al pueblo hebreo a lo largo de la historia. La concepción de un Estado étnico con derechos exclusivos o discriminatorios para una raza, una religión, un idioma o un grupo sanguíneo, conlleva la destrucción del Estado, constituido como tal y se convierte automáticamente en un Estado fallido. Ya Roma se estructuró socialmente concediendo la ciudadanía a todos los habitantes de los territorios que se iban incorporado al imperio. Y fueron precisamente los judíos los que se negaron a cualquier tipo de integración, lo que les acarreó un éxodo de dos mil años después de perder la guerra contra Roma; su ansia de aislamiento denota supremacía, recordemos que son el “pueblo elegido por Yahvé”. Incluso en la actualidad solamente son judíos los hijos de madre judía, mientras que la nacionalidad israelí se adquiere por empadronamiento en el Estado de Israel.

Occidente tolera y protege las actuaciones violentas de su principal aliado en la zona por su papel de escudo de la cultura europea. En las teorías del padre ideológico del sionismo, Theodor Herzl, expuestas en su libro “Estado judío” (1896) podemos leer “… hay que expulsar discretamente a la población miserable a través de la frontera, negándoles el empleo…deberemos ser la muralla de Europa contra Asia, un puesto avanzado de la civilización contra la barbarie”. Deseos convertidos en realidad por el sionista Netanyahu.

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