Opinión

Hermoso amanecer

Qué hermoso amanecer! El sol proyecta su haz luminoso lentamente como si fuese a anunciar la llegada de un tiempo de paz y felicidad; la nueva alianza entre el dador de vida y sus hijos más preclaros parece estar a punto de firmarse. “Estáis perdonados”, grita Gea agitando las mareas y vomitando ríos de magma volcánico. La sufrida madre de la vida, una vez más, ha aplacado su ira contra el hombre, que en una explosión de soberbia ha querido ser superior a la Totalidad primigenia, aunque eso pusiese un peligro para su existencia. Porque el amor de madre es el sentimiento más grande que existe en el Cosmos y tiene tanta fuerza que llega a subordinar el orden cosmológico a la armonía del espíritu generado por el amor; ahí nace el perdón.

0 horas del 1 de enero del año cero, la Gran Explosión, el Big Bang, punto inicial en que se formó la materia, el espacio y el tiempo. La materia bariónica, formada por bariones y leptones, constituye la esencia de la Totalidad de la que nosotros mismos formamos parte. Se inicia un proceso que dura más de 13.800 millones de años (año cero). Objetivo: crear las condiciones idóneas para la existencia de seres vivos. 

23 horas 45 minutos del 31 de diciembre del año cero, aparecen los homínidos, cinco minutos más tarde se crea la inteligencia artificial, el Homo sapiens está seguro de controlar la naturaleza y cree dominar las consecuencias de su acción depredadora. En esos cinco minutos se ha desarrollado la actividad humana con contradicciones derivadas de una dualidad esencial que podemos resumir en la lucha entre el bien y el mal.

¿Existe el bien o el mal fuera de la conciencia humana? Con una naturaleza dominada por los más fuertes y selectiva en la evolución de todos los seres, definir el bien o el mal nos llevaría a prescindir de la moral y de la ética que no dejan de ser conceptos únicamente válidos para la conciencia humana y para los principios emanados de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el resto de los seres vivos tienen su funcionamiento vital en función de su propia existencia.

¿Es el coronavirus un enemigo implacable en guerra contra la humanidad? Ni está en guerra ni es un enemigo que compita con los homínidos para controlar un determinado territorio; es un virus que surge como respuesta a la necedad de los humanos, que rompen conscientemente los equilibrios de los ecosistemas buscando beneficios y poder. Su oscuro origen lo convierte en un servidor del miedo y de la sumisión. 

A pesar de estar dotados con el don de la inteligencia, los humanos nunca han sabido apreciar la hermosura del Edén. Y una y otra vez comen de la fruta prohibida; incendios pavorosos; talas debastadoras; contaminación de aire, aguas y tierra, ¿cuáles son las razones que hacen al mono desnudo ser tan destructivo y a la vez tan creativo? Entre otras muchas razones, el ejercer de ser superior y tratar de dominar la naturaleza sin importarle las consecuencias de sus actos. Esa prepotencia nos lleva a potenciar, para más tarde combatir, cambios en los ecosistemas con consecuencias letales para nuestra pervivencia. Por ello no son de extrañar conductas disruptivas, como las movilizaciones de presuntos “patriotas” que se convierten en aliados necesarios para la expansión del virus; son los monaguillos de un ritual degradado.

El día que la humanidad aprecie la hermosura de un amanecer y el privilegio de vivir en un paraíso que hay que cuidar, ese día se firmará la alianza entre los seres humanos y los demás hijos de Gea.

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