Opinión

Inexorablemente

Inexorablemente el tiempo avanza. En la valija apenas cabe más equipaje, pensó el anciano milenario. ¿Acaso no ha vivido intensamente? Puede afirmar que su existencia ha sido un privilegio que únicamente unos pocos pueden alcanzar. Pausadamente el viejo acaricia la maleta, la abre para comprobar que lleva lo indispensable y que no falta nada para el viaje sin retorno. Sin embargo, con inusitado asombro, observa que en su interior no hay nada. ¡NADA!, grita desaforadamente ¿Cómo se enfrentará al juicio final si no tiene nada que aportar? ¿Dónde están los recuerdos de una infancia feliz? ¿Qué ha pasado con las raíces insertadas en la pequeña aldea, origen de los micelios de su identidad? ¿Y de su aportación a la lucha por las libertades? ¿Acaso no ha dedicado su vida a sembrar valores con el fin de que hombres y mujeres libres se incrusten en una sociedad necesitada de creatividad y solidaridad? Ha comprendido a sus adversarios y ha olvidado afrentas, envidias y agresiones.

Ha viajado por el mundo, ha visto la miseria y la injusta desigualdad entre ricos y pobres. Ha disfrutado del cariño de los suyos, ha amado y compartido el viaje de la vida con sus seres queridos. Ha sufrido el dolor por la muerte de muchos familiares, amigos y compañeros. Ha padecido la soledad en el riguroso camino hacia la aceptación traumática de la temporalidad de la existencia. ¿Cuál es pues la causa de que la maleta esté vacía, cuando el viaje está a punto de iniciarse? 

opi_01

Los recuerdos le golpean con fuerza buscando las causas de la pérdida de las hojas del árbol de su vida; lo hace sin pretender alcanzar el encanto del color, del murmullo musical y la sombra redentora de las grandes sequoias. Le basta con la humilde belleza de los bonsáis taoístas creados para garantizar la conexión entre lo divino y lo humano; sería el puente que une el cielo con la tierra, el itinerario ideal para alcanzar la gloria. Tal vez la respuesta está en que nadie puede alcanzar lo extraordinario de la existencia, que no parece haber sido un producto natural de los hechos, siendo más bien una creación subjetiva de la voluntad. En definitiva, pretender llenar la maleta es un acto de soberbia con la consiguiente pérdida de todo el equipaje. 

“Juro no más servir a señor que se pueda morir”. Las palabras que pronunció Francisco de Borja y Aragón ante el cadáver de la esposa de Carlos I, Isabel de Portugal, cadáver deteriorado de una de las mujeres que en vida había sido muy bella. Esas palabras resumen la banalidad de los objetivos del ser humano, que planifica su vida en la búsqueda de lo superfluo y banal. El dinero, el poder, la diversión a cualquier costo, la envidia, la ambición, la belleza… sin importarle el daño que todo ello pueda causar. La depredación sistemática del planeta será la causa del cataclismo final. ¿Qué se hace por impedirlo? El ser humano pagará su altivez y arrogancia y el día que eso suceda no está lejano. El anciano pensó: desgraciadamente está próximo. 

El viejo milenario aceptó y comprendió el porqué de que el equipaje estuviera vacío. Observó la llegada de la noche con un cielo estrellado y una luna brillante que anunciaba que el cosmos continuaba su inexorable camino hacía la eternidad infinita y él formaba parte de ese cosmos. Todos los seres eran UNO y confluían en la TOTALIDAD. Entonces cerró los ojos y sonrió.

Te puede interesar