Opinión

Movistar, piratas de la comunicación

Lola, ¡no funciona internet! El wiffi no va.

-Llama a Movistar seguro que te lo arreglan en poco tiempo.

-Ya lo hice y hablé con una máquina que afirma haber tomado nota y que unos supuestos técnicos se ocuparán de solucionar la avería.

Pasaron más de diez días y la avería seguía sin ser resuelta y por lo tanto continuaba sin funcionar internet y la televisión; por consiguiente no se tenía acceso al correo, ni se podían ver las series, ni por supuesto las películas ni los partidos de fútbol. Pero lo más grave es que los estudiantes universitarios no tenían acceso a datos relacionados con sus estudios, ni los trabajadores que hacen su actividad laboral en casa, viéndose obligados a desplazarse de su vivienda a otros lugares que mantuviesen el funcionamiento de la red. 

Aunque parezca irreal, este es el caso en que se encuentran cientos de usuarios de Movistar, nadie hace caso a sus reclamaciones, nadie se responsabiliza del daño causado a los clientes, ni una sola llamada de algún responsable dando explicaciones de la negligencia de una empresa teóricamente puntera en el mundo de las telecomunicaciones; únicamente la cinta gravada repite reiteradamente “... los técnicos están reparando su avería…”, y eso después de escuchar una música que irrita al paciente consumidor.

La prepotencia de las multinacionales privatizadas por políticos irresponsables crea una impotencia en los ciudadanos que ven que sus derechos quedan pulverizados en el teórico estado democrático que recoge la Constitución. Derechos que se convierten en papel mojado en cuanto surge el conflicto con las grandes empresas, sobre todo aquellas que tienen consejos de administración con jugosas dietas, que garantizan el silencio cómplice de quienes tenían la obligación de velar por la calidad del servicio. 

La compra de voluntades políticas a través de las puertas giratorias, establece un pacto nunca escrito que garantiza la impunidad alevosa de Telefónica que desprecia a sus clientes en beneficio de sus intereses económicos. El trato frío de la máquina ha sustituido a los trabajadores que atendían las reclamaciones, la falta de contacto humano, la carencia de empatía, el desprecio con el cliente y el amparo político de sus actividades empresariales, generan un monstruo agresivo que incita a la rebelión y al boicot de los productos que ofrece engañosamente a los confiados ciudadanos.

¿Existe algún partido político que ofrezca en su programa electoral el control público de aquellas empresas que fueron privatizadas por espurios intereses ajenos al bien general? ¿Quién controla a las multinacionales? ¿Qué hacer para resolver los problemas que genera el mal funcionamiento de Telefónica?

 1002, 1004. Llamadas a la nada, números diabólicos que nada resuelven, engaños robotizados que irritan al usuario. Solo nos queda darnos de baja y contratar con otra compañía, ¿Soluciona el problema? Lo dudo. Existe una complicidad entre todas ellas que en realidad dependen del control que Telefónica mantiene sobre el entramado tecnológico. 

Este artículo es fruto de quien padece la tiranía de una empresa que desprecia a sus leales clientes y estafa con facturaciones mensuales de servicios no realizados. Parada de Sil, Allariz… son ayuntamientos que se han posicionado en demanda de mejoras en el servicio de la red; solo la solidaridad institucional puede poner freno a la prepotencia de Movistar. 

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