Opinión

Negocios malvados

La historia de la humanidad registra que las dictaduras habitualmente cuentan con el apoyo económico de grandes empresas, que, a sabiendas, no dudan en financiarlas a cambio de obtener sustanciosos beneficios. El partido nazi de Adolf Hitler fue promocionado económicamente por conocidas firmas empresariales, alguna de ellas estadounidenses, durante el periodo prebélico e incluso mientras duró la guerra. Entre otras, colaboraron con el régimen nazi Kodak, Coca Cola, Nestlé, IBM, BMW, Adidas, Volkswagen, Thyssen, el emporio Krupp, Siemens y la farmacéutica Bayer. Esta última participó en la fabricación del gas Zyklon B, usado en las cámaras de gas de los campos de exterminio del Tercer Reich. El capital financiero sufragó el rearme alemán a través del Dresdner Bank y de destacados millonarios como Henry Ford, que aparece citado en el “Mein Kampf” además de recibir por su apoyo al nazismo la Gran Cruz de la Orden del Águila Alemana, la más alta condecoración a un extranjero. 

Pero hoy la política de las grandes corporaciones sigue priorizando los beneficios sobre los derechos humanos y es conocida la relación de empresas occidentales que hacen negocios con el ejército de Myanmar a pesar de someter a su pueblo a la esclavitud y al genocidio de los rohinyá. Nadie ha condenado la relación de la estadounidense Chevron, la surcoreana Posco o la francesa Total con la dictadura militar.

 Las asonadas militares son práctica habitual en el cono sur americano y en los países de América Central. Golpes en Honduras, Guatemala. El Salvador, Panamá, Chile, Colombia, Perú, Brasil, Venezuela… y un largo etc. Es tal el poder de intervención del capital monopolista que se acuñó la denominación de “países bananeros” por la impunidad con que la empresa United Fruit Company controlaba los gobiernos de naciones productoras de plátanos. Los ejércitos de esas naciones son los mercenarios de los grandes trust e intervienen cuando están en peligro sus intereses. 

No olvidamos que la traición de los militares golpistas contra la República el 18 de julio de 1936 contó con el apoyo de la Alemania nazi, la Italia fascista y con la aportación económica del banquero y contrabandista Juan March, el hombre más rico de España. March propició que la banca internacional apoyara el golpe, entre otros el banco inglés Kleinwort Sons & Co, el suizo Société de Banque Suisse y la portuguesa Caixa Geral de Depósitos. La obra “Financiación de la Guerra Civil española”, de José Ángel Sánchez Asiaín, recoge la participación del gran capital en apoyo a las fuerzas golpistas.

Sin duda cualquier golpe de estado necesita financiación y soporte logístico y por ello cabe preguntase: ¿quién estuvo detrás de la asonada del 23 de febrero de 1981?, ¿quién lo financió?, ¿qué implicación tuvo el CNI en la trama?, ¿quién salió reforzado en su fracaso?, ¿qué patrimonio tenía la Casa Real española en aquella época y cuál tiene ahora?, ¿qué hicieron los países de la Europa democrática?, ¿no fue la dimisión de Adolfo Suárez una exigencia de los militares más franquistas en concordancia con la opinión del rey?

El viejo milenario recuerda cómo vivió los días previos al golpe. Un día del mes de enero fue convocado al cuartel de la Guardia Civil para comprobar sus datos personales, algo superfluo por su condición de funcionario del Ministerio de Educación. El día del golpe, acompañado de su mujer, se desplazó al Hospital Provincial a visitar al abuelo de su esposa internado por problemas cardiacos. El doctor que lo atendía, viejo amigo de su familia, le comunicó que había un golpe de estado y era aconsejable, dada su militancia política, que se refugiara en Portugal. Años después, el militar e historiador Carlos Fernández Santander facilitaba la relación de los primeros fusilables en Galicia. La lista es numerosa y en ella hay comunistas, socialistas, nacionalistas, sindicalistas, artistas antifranquistas y republicanos. El viejo comprobó que su nombre figuraba en la relación así como el delito cometido: “maestro comunista”, justificación suficiente para ser eliminado por los que viven del odio. 

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