Opinión

Patógenos mercenarios

El terror se extiende como una mancha de aceite, el miedo ancestral a la muerte paraliza la mente imposibilitando cualquier actividad e interrumpiendo las actividades normales de los ciudadanos. Nadie se considera a salvo, cualquiera puede ser víctima de la peste del siglo XXI. Los noticieros dan los datos como si fueran el parte diario de una guerra perdida. Los números son manejados con habilidad para dosificar y controlar el desconcierto de las masas. Los ancianos son los más débiles de la pirámide y su eliminación ayuda a la economía y reduce la superpoblación del planeta, ¿Objetivo de sus creadores? Los chinos, coreanos, japoneses, iraníes e italianos encabezan las bajas en los primeros embates de la batalla contra lo desconocido. ¿Se ha perdido el control? El caos se extiende a los cinco continentes, las matanzas de sirios, la brutalidad de las fuerzas de represión griegas y turcas, el exterminio de palestinos, la represión en Egipto, la guerra comercial chino-americana, el auge de la ultraderecha en la UE, la corrupción de un sistema capitalista cada vez más degradado, el conflicto de Cataluña, las elecciones en EEUU, incluso el cambio climático… pasan desapercibidas ante el temor al coronavirus y su avance arrollador. Mascarillas y geles desinfectantes… agotados. Sanitarios en primera línea de combate sufren las consecuencias y caen abatidos por el certero fuego del enemigo invisible. 

Creo que ha llegado el momento de hacerse algunas preguntas para racionalizar los acontecimientos que obnubilan la percepción: ¿Puede la ciencia manipular el comportamiento de los virus? ¿Es biológicamente posible el uso de los coronavirus en su proceder patógeno como arma de guerra? ¿Puede una patología de precedencia local colonizar todo el planeta en menos de un mes? ¿Se está jugando con algo que no se controla? 

La enfermedad ha acompañado a los humanos desde su origen, ha sido una lucha con victorias y derrotas. Los más débiles han sucumbido y pagado prematuramente con su vida. Los más fuertes han vencido en múltiples batallas pero también han perecido, como todos los mortales. La auténtica victoria es el disfrutar del presente sin dejarse atemorizar por la realidad de nuestra temporalidad. Los seres humanos somos frágiles: accidentes, enfermedades, hambre, violencia, agresiones, cataclismos, contaminación… nos acechan desde que hemos nacido, pero eso no ha impedido el desarrollo de la ciencia, la calidad de vida, el acceso a la cultura, el acceso a la tecnología, el control del dolor, la igualdad de derechos, la solidaridad entre los individuos y los pueblos… No nos podemos detener, ni atemorizarnos por una pandemia que probablemente será controlada por la investigación de los científicos y debemos asumir que es la irresponsabilidad de algunos la que siembra de pavor el futuro de la humanidad. Los jinetes del Apocalipsis han cabalgado desde que la Tierra fue colonizada por la vida, han sido varios los cuellos de botella que han amenazado la presencia de los homínidos pero la fuerza de la vida ha vencido siempre aunque muchos han quedado en el campo de batalla. 

Termino con una frase ce Charles Chaplin: “La vida es maravillosa si no se tiene miedo”. 

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