Opinión

Poder

Un temblor ininterrumpido dificultaba el control de los dedos de sus manos, especialmente de la derecha; quizás la ansiedad derivada de los últimos acontecimientos se manifestaba cruelmente impidiendo que plasmase su profunda inquietud por el futuro de la humanidad. La maldición bíblica oculta en el Génesis anunciaba la estupidez de la especie humana, que inconscientemente habría de comer de la fruta de la perdición, el ansia de poder, que dominaba toda forma de vida en el Edén. De nada ha servido la creación de un Universo destinado a servir a un insignificante ser, tampoco se había sido valorada la riqueza inmensa de la madre Gea y el privilegio de nacer en ese paraíso, único e irrepetible.

Un sudor frío se deslizaba por sus mejillas, la ansiedad había remitido, el cerebro empezaba a dominar sus indómitos dedos. Una amarga sonrisa se asomaba en sus labios. Los recuerdos de la niñez pugnaban por sustituir la angustia por el convencimiento del fin anunciado. El Poder, maldito y deseado; instintivo y dominante. Su ansia abarca a todo hombre o mujer desde la más tierna infancia. Los más crueles tormentos se aplicaron en su nombre: genocidios, hambre, enfermedad, violaciones… son hijos monstruosos del ejercicio del Poder.

Virxilio había estado genial, había amenizado la tertulia con una docta exposición de la que era el Poder y sus consecuencias en el devenir de los acontecimientos. Había impresionado a sus contertulios y al viejo profesor lo había conmovido en lo más profundo de sus entrañas. Virxilio es un filósofo socrático y siempre deja abierta la puerta a la interpretación personal de cualquier tema, por muy trascendente que sea. Para él, creo que acertadamente, el Poder se puede sublimar y convertirse en el camino hacia la libertad personal. Todos aspiramos a tener el poder de la libertad de pensamiento o de poder elegir nuestra forma de vivir.

El temblor vuelve a manifestarse con mayor fuerza; el viejo intenta Poder controlar sus involuntarios movimientos con la fuerza de la palabra, imposible y desalentador. Decide entonces iniciar una larga pausa tratando de convertir el deseo en energía positiva.

Las terribles dictaduras han utilizado el Poder concentrándolo en beneficio de un grupo reducido de personas, con consecuencias nefastas para la mayoría. Por el contrario, las democracias lo han diluido entre las masas de electores que, teóricamente, ejercen su voluntad delegándolo en sus representantes políticos. Es por ello una vulneración de esa voluntad el faltar al pacto establecido, a través del voto, entre el elector y el candidato.

¡No puede más! Lo ha intentado. La mano derecha se niega a obedecer órdenes ajenas a su voluntad. Pero este escrito no puede terminar sin un halo de esperanza basado en Poder ejercer actos de ternura, como lo ha hecho recientemente el marido de María José Carrasco, Ángel Hernández, sin duda es un acto de inmenso amor.

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