Opinión

La soberbia, mala consejera

La historia, entendida como historia de la libertad, no ha llegado al final. Solo llegará cuando todos no sean ni amos ni esclavos” (Byung Chul Han, en “La agonía del Eros”). Los pueblos no cejarán en su lucha por alcanzar altas cotas de libertad y democracia; los intentos de tutelar la voluntad popular, antes o después, están condenados al fracaso. La mentira, el miedo, la manipulación informativa, el clientelismo y la violencia quedan superados cuando la voluntad del pueblo así lo desea.

¡Hemos sido los más votados!, repiten y repiten los dirigentes del Partido Popular tratando de consolarse de una derrota épica en las elecciones del 24-M. Tratan de ocultar las razones que han llevado a los electores a castigar las políticas neoliberales que condenan a la pobreza a amplios sectores sociales; se olvidan de que el neoliberalismo es el infierno de la economía de supervivencia donde los más débiles sucumben mientras los poderosos se enriquecen. Y ante eso, el pueblo los ha golpeado con la contundencia del voto, frenando los deseos de la nueva aristocracia. Creían que la sociedad estaba despolitizada y controlada por los instrumentos coercitivos del capitalismo; pero la sociedad está viva y ruge. Las ciudades han estallado en una explosión de libertad e independencia y han dicho ¡basta!; nuevos mensajes, nuevas formas, participación en las decisiones, igualdad, justicia, libertad y fraternidad; los paradigmas de la Revolución Francesa siguen siendo objetivos a alcanzar.

Los símbolos de la soberbia caen ante la humildad de quien sustenta la razón; Esperanza Aguirre, ejemplo de arrogancia, se ha quebrado ante la humanidad de Manuela Carmena. La prepotencia de los ídolos de pies de barro se derrumba ante la ola de indignación de los que exigen ética y justicia.

Creo que el ansia de libertad está profundamente vinculada a la negatividad; es en situaciones de precariedad cuando los pueblos estallan demandando más derechos; y cuando la corrupción llega a un nivel de saturación, el sistema inmunológico de la sociedad actúa contra los patógenos que ponen en peligro la convivencia.

Pero un peligro acecha a la regeneración de la acción política: la inmadurez de algún dirigente de los movimientos emergentes a la hora de pactar la estabilidad de las alternativas nacidas de las urnas. El plasmar en acciones de gobierno medidas que den respuesta a las demandas de la ciudadanía, la generosidad de ceder en cuestiones de forma reforzando las ideas de fondo y conjugar el pragmatismo con la utopía, son retos a los que se enfrentan los nuevos líderes. No deben olvidar que nuestra época esta dominada por un capitalismo muy agresivo, con sirvientes en cada institución que están siempre dispuestos a golpear al enemigo que consideran pone en peligro los privilegios de las élites. Hay que perseverar en el pacto entre el pueblo y sus representantes, cumpliendo los programas avalados por las urnas y siendo inflexibles en la lucha contra la corrupción.

Me permito, desde la humildad de quien no aspira a nada, dar un consejo a quien quiera leerlo: en cualquier caso, desterrad la soberbia, es mala consejera.

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