Opinión

Subterráneos pestilentes

Antes de la muerte del dictador, determinados elementos del franquismo se preparaban para afrontar la llegada de una inevitable democracia homologada por Europa y EEUU. Pretendían que no se les excluyera en la toma de decisiones y que, en cualquier caso, se mantuviese su status social y profesional. Impusieron como condición para aceptar la transición que no se les acusara de responsabilidades políticas por su colaboración con el régimen. Se decretó una ambigua amnistía a la que se acogieron los integrantes de los cuerpos represivos del aparato del Estado: la policía político social, los magistrados del Tribunal de Orden Público, los jueces y demás miembros de la judicatura que habían juzgado y condenado a demócratas sin garantías procesales, los militares claramente contrarios a los derechos individuales e incluso reconocidos torturadores. La amnistía amparó a tirios y troyanos, dándose la paradoja de que el paraguas protector fue la Constitución de 1978, asumida por todos los partidos democráticos que, sin duda, fueron muy generosos con los cancerberos de la dictadura, lo que acarrearía graves consecuencias pues la estructura del Estado quedó controlada por adictos al viejo régimen. 

El esqueleto de la dictadura se vio obligado a adoptar una actitud de prudencia y disimulo, temeroso de que una ruptura radical les sometiera a juicios sumarísimos. Se comprende que los funcionarios más comprometidos se afiliaran en masa a la UCD, macedonia de ideologías variadas que solo excluía a los más significativos líderes de la ultraderecha que se agruparon en AP y en Fuerza Nueva. 

Determinados elementos se esforzaron en corregir los expedientes dándoles una nueva orientación tratando de evitar errores que hicieran imposible la asimilación de los más recalcitrantes partidarios de la dictadura, manteniéndose éstos hibernados hasta su despertar en el momento adecuado para seguir controlando el país. De hecho, hubo numerosos períodos en el desarrollo de la democracia constitucionalista en los que se evidenció el poder oculto de los viejos fascistas. 

 El análisis de la transición española puede servirnos como ejemplo para comprender lo sucedido en los países de la Europa del Este, sobre todo en la Unión Soviética. La caída de los regímenes del mal llamado “socialismo real” no supuso modificación alguna de los aparatos burocráticos y represivos de los países de la órbita soviética. Los oligarcas de la nueva Rusia eran en su mayoría responsables dentro del aparato del PCUS, fundamentalmente los formados en la KGB, siendo la evidencia más notoria la del “zar” Vladimir Putin. No debemos olvidar que la agredida Ucrania es un país nacido al amparo de la URSS, con idénticos problemas estructurales, dirigido en la actualidad por un iluminado dispuesto a inmolarse con su pueblo en aras de una derrota total del imperialismo ruso. Es dramático el observar cómo Zelenski se encuentra encantado en su papel de héroe salvapatrias 

El Viejo Milenario siente pena y dolor al comprobar que muchos aplauden el caminar por los subterráneos pestilentes que conducen a la caverna. Qué razón tenía Platón. (A pesar de todo: Feliz 2023). 

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