Opinión

Un atípico estadista

No es mi intención, en momentos de angustia y miedo como los que se están viviendo en todos los países, entrar en el debate político sobre las responsabilidades de quiénes son los culpables de las muertes causadas por el coronavirus en la población de nuestro país. Creo que en este momento histórico y dada la gravedad del tema todos, y digo todos sin excepción, debemos de aportar nuestra colaboración desinteresada en busca de soluciones que ayuden a vencer la epidemia y retornar a los hábitos esenciales en la vida cotidiana de los seres humanos con las máximas medidas de seguridad. Lejos de ello observo, con tristeza e indignación, la agresividad contra el Gobierno de España y especialmente en contra su presidente; atribuyéndole responsabilidades directas en las muertes y contagios de la enfermedad. Dicha agresividad llega al punto que algún miserable ha llegado a imputarle asesinatos.

 Nadie duda de que se han cometido errores, dada la evidente letalidad del virus y su rápida expansión: ha habido falta de recursos, se ha retrasado la información a la ciudadanía sobre medidas profilácticas esenciales, se ha perdido tiempo desde la aparición de los primeros casos en adoptar medidas preventivas… Pero también se debe de reconocer el trabajo del todo el Gobierno en la coordinación de las distintas administraciones: la información sistemática sobre los datos de la enfermedad y su implicación en el proceso hacia la normalidad; la profesionalidad del portavoz de la comisión informativa, Fernando Simón Soria; la implicación personal e impecable del ministro de Sanidad, Salvador Illa Roca; la defensa de los intereses españoles en particular y de los europeos en general que ha protagonizado el presidente Pedro Sánchez priorizando la salud como nexo de unión en toda la UE, estableciendo ayudas a los países más afectados por la pandemia; la puesta inmediata de recursos económicos para solventar situaciones angustiosas de la población más débil (a diferencia de las medidas adoptadas en la crisis anterior que benefició al sistema financiero y aumentó la diferencia entre ricos y pobres); la implicación directa de todo el aparato de Estado en la toma de medidas que palíen el contagio. España ha demostrado tener unos profesionales de alta cualificación y entrega, superando sus obligaciones profesionales arriesgando incluso la vida

También me ha sorprendido la humildad con la que Sánchez ha respondido a preguntas de periodistas en cada intervención televisiva, su falta de expresión corporal, su carencia de dialéctica, su aburrida disertación y su reiteración en el mensaje quedan sobradamente compensados por la convicción de su compromiso con la población española, la prioridad de la salud sobre cualquier otro asunto y el liderazgo en Europa de las posiciones más progresistas y europeístas de la izquierda. Sánchez ha demostrado ser un hombre de Estado, sorprendiendo a los demás líderes europeos.

Ha habido, sin duda, causas objetivas que han debilitado las defensas frente a la virulencia de la enfermedad. Los recortes en sanidad, la privatización de servicios, la negativa gestión de determinados geriátricos convertidos en antesalas de la muerte, la falta de colaboración de algunas administraciones, la escasez de personal sanitario, el irresponsable ahorro en investigación, la escasez de material adecuado… ¿Algún partido político puede responsabilizar a Sánchez de la situación en la que se encontraba la sanidad pública cuando él llegó al Gobierno? ¿Quién potenció los recortes en los servicios públicos esenciales? Con perspectiva histórica, la sociedad se dará cuenta del gran esfuerzo hecho por este Gobierno y de la tremenda deslealtad de algún partido de la oposición.

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