Opinión

Tarjeta roja a Trump y debut de Biden

En España tenemos tendencia a simplificar la política de Estados Unidos y cuando el presidente de aquel país es de derechas la simplificamos negativamente . Con Bush se convirtió aquí en dogma de fe que había atacado a Iraq en contra de la prohibición expresa de la ONU, lo que era falso, e inventándose como excusa lo de las armas de destrucción masiva, lo que no era en buena medida un invento.

Con Trump se afirma ahora que es el único presidente de la historia que va a ser inhabilitado dos veces. No es cierto, lo correcto es decir que va a sufrir dos procesos de inhabilitación. El primero de hace un año fracasó como le ocurrió al del demócrata Clinton : no hubo votos suficientes en el Senado. El actual podría prosperar, aunque hoy también es dudoso.

El proceso de inhabilitación( impeachment) de Estados Unidos tiene dos instancias. En la primera el tema se discute en la Casa de representantes que hace de fiscal. Si por mayoría simple lo aprueba pasa la acusación al Senado que decide. Si dos tercios de esta cámara votan afirmativamente el político es inhabilitado. Ni con Clinton (60 votos a favor de la inhabilitación) ni con Trump hace un año ( 48 votos) se alcanzó la cifra funesta de 67 senadores.

¿Que pasará ahora? Trump es sin duda carne de inhabilitación por su conducta reciente. No ya por su discurso ante sus partidarios (“si no lucháis con uñas y dientes nos quedaremos sin país”) que luego asaltarían el Congreso cubriendo a Estados Unidos de ridículo ante el mundo, el siempre puede utilizar la coartada de que no les pidió que invadieran el capitolio, sino porque viendo en directo el bochornoso espectáculo tardó casi dos horas en salir a la palestra y pedir a los invasores que no siguieran comportándose como cafres y golpistas. Ese retraso es imperdonable para cualquier persona demócrata. Como dice Los Angeles Times los sucesos del 6 de enero van a borrar todos (¿ todos?) los logros de su presidencia, la bajada de impuestos, el nombramiento de muchos magistrados importantes, etc…

Pero no es seguro que la inhabilitación prospere incluso, por la falta de tiempo, dejando la decisión del Senado para después del día 20 en que Biden tomará posesión. En la Casa de representantes, 10 republicanos han unido sus votos a los demócratas pidiendo que se proceda contra el osado Trump por “incitación a la rebelión”. Los demócratas están rabiosos. Uno de ellos (Moulton) ha manifestado que hay “en estos días más soldados americanos en Washington que en Afganistán, en Asia nos defienden contra el terrorismo, aquí contra nuestro presidente”. No obstante, es problemático que unos 17 senadores republicanos comulguen con la condena. Alguno muy significado (McConnell) ha manifestado que lo estudiará cuando se haga el proceso, pero no se define. Aunque hay observadores imparciales que estiman que la sanción a Trump sería una buena purga para el partido republicano, ningún senador de ese color ha manifestado que votará la inhabilitación. Hay quien piensa que aumentaría la profunda polarización del país, otros temen que algunos de sus votantes en su circunscripción no lo entenderían -las encuestas dicen que mucha gente considera a Trump responsable del desaguisado pero bastantes más no quieren hacer sangre, que le quitaran el tuiter ha encontrado diversidad de opiniones-, e incluso el presidente entrante Biden tiene dudas. Sus razones: pretende debutar curando heridas y, además, teme que si el proceso se enreda el senado no podrá nombrar los altos cargos. Los ministros, los jefes de la CIA, FBI, embajadores, etc… han de ser examinados y aprobados en el Senado y esta cámara cuando discute una inhabilitación presidencial no puede ocuparse de otros asuntos.

Biden es consciente de que el país debería estar unido, lo que no es sencillo, la polarización en Estados Unidos es tan fuerte como la nuestra, es un rasgo común a los “reinados” de Trump y Sánchez, y los problemas, como el dinosaurio de que hablaba Monterroso, están ahí, la pandemia que hace estragos, la recuperación económica, los desafíos internacionales, Irán, Corea del Norte, China, el peligroso hackeo ruso… Su partido quiere inhabilitar al odiado Trump y de paso, en caliente, votar que no pueda presentarse nunca más a un cargo público. Esto puede chocar con los planes de Biden, una persona experimentada, moderada, el ala izquierda de su partido ya lo critica por varios nombramientos, y como vicepresidente que fue con Obama y senador durante décadas no ignora que al llegar al poder en los cajones de la mesa hay más problemas que soluciones. Toda distracción es fatal, la división del país, de problemática curación, funesta. 

Trump se suicidó el 6 de enero, quemó sus posibilidades de volver a las elecciones del 2024; Biden no lo tiene fácil y, no nos engañemos, no podrá cambiar toda la política anterior. El regalo, por ejemplo, que hizo a Marruecos en el tema del Sahara ahí queda.

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