Opinión

Caimanes contra inmigrantes

Creíamos que ya nada nos podría sorprender viniendo del presidente de EE.UU., pero él ha demostrado una infinita capacidad de superación en sus extravagancias. Cuenta The New York Times que en unas reuniones celebradas en los meses de marzo y abril tuvo una brillante idea para combatir la inmigración ilegal, una de sus enfermizas obsesiones. Según esta información, proporcionada al diario neoyorkino por una docena de funcionarios de la Casa Blanca, Donald Trump planteó a sus asesores completar la fortificación del muro electrificándolo y colocando púas en su parte superior y disparar a las piernas de los inmigrantes que intentasen cruzar irregularmente la frontera con México. Eso a los que consiguiesen llegar, porque además, en un alarde creativo, planteó excavar un profundo foso, llenarlo de agua y poblarlo de serpientes y caimanes hambrientos. Los atónitos asesores tuvieron que recordar a su presidente que hay cosas que no se pueden hacer.

Es verdad que desde la Unión Europea no podemos dar al mundo muchas lecciones en materia migratoria. Tenemos vallas y concertinas, subcontratamos como gendarmes fronterizos a países como Marruecos o Turquía que no son precisamente el paradigma del respeto de los derechos humanos, mantenemos campos de refugiados desde hace años en los que se hacinan en condiciones infrahumanas hombres mujeres y niños y asistimos con una calma pasmosa al negro espectáculo de ver convertido el Mediterráneo en una inmensa fosa. Esta misma semana, por sexto año consecutivo, se ha superado la cifra de mil inmigrantes ahogados en sus aguas. Y aún estamos estrenando octubre.

Pero hasta donde sabemos, a nadie se le ha ocurrido plantear ni el disparo a las piernas de los migrantes ni lo de las serpientes y los caimanes. Hace unos meses, tras la masacre producida en un supermercado de El Paso por un supremacista texano que pretendía frenar "la invasión de hispanos" y el recurrente debate suscitado sobre el control de armas, el presidente Trump, en defensa de su industria, afirmó que el problema no eran las pistolas sino la enfermedad mental de quien aprieta el gatillo. No creemos que en pleno siglo XXI la primera potencia mundial opte por fortificaciones medievales, será una astracanada más de este personaje. Pero si así fuera y si por casualidad un día tuviéramos que contar noticias sobre inmigrantes mordidos por serpientes o devorados por caimanes, tendríamos que parafrasear a Trump, porque el problema no serían los animales sino la perturbación mental del otro animal bípedo que tuvo la criminal idea.

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