Opinión

Obligados a entenderse

El niño de Carolina Bescansa anda en la boca de todos. Unos se escandalizan tanto que no entienden el por qué de este espectáculo "irrespetuoso y hasta grotesco". ¿Es qué no existe en el mismo edificio del Congreso una magnífica guardería?- exclaman.

Otros, por el contrario, afirman que lo auténticamente escandaloso está en los que se escandalizan. Para ello recuerdan un rosario de políticos corruptos, alguno e los que en el mismo "sancta sanctorum" de la voluntad popular depositaba su preceptiva papeleta. Dejando a un lado lo anecdótico, la variopinta composición del Congreso ¿no puede ser la magnífica ocasión que extienda, de una vez por todas, la partida de defunción a una tradicional sociedad cainita en que los "hunos" trataron y tratan de eliminar a los "hotros"?

Esta diversidad obligará a sus señorías a dialogar, a entenderse y pactar en asuntos esenciales que a todos favorezcan

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