Opinión

Cartas Madrid - Galicia: A tope con el tope

Javier Quero - A tope con el tope

Querido compadre Itxu:

Me joden los profetas. Yo, el primero. Te adelanté el domingo pasado en estas mismas páginas que el encuentro de Pedro Sánchez con los representantes de los ciudadanos iba a ser una pantomima a mayor gloria del ego del presidente y acerté. También aventuré que el presunto debate de Sánchez y Feijoó en el Senado, más que un cara a cara, sería un acto monopolizado por un cara cara, muy cara. Y muy caro. Dios quisiera que mis dotes adivinatorias en estos asuntos fuesen iguales a la hora de rellenar el boleto del Euromillones. Pero ahí fallo más que las previsiones de inflación del Gobierno.

Compadrito, el otoño ha llegado a Madrid. Esta época del año suele sumirme en profundos pensamientos. Ahí va el último: el problema de la cesta de la compra no es la cesta, sino lo que contiene. Puedes llenar una cesta con las iniciativas anti crisis del Consejo de Ministros y esa cesta no valdrá nada. Puedes llenar la cesta con los sueldos de los cargos públicos que son más cargas que cargos y verás lo que nos cuesta esa cesta.

Tal y como están las cosas, los comestibles más comunes van camino de convertirse en artículo de lujo. Han subido los precios de todo y, así, hasta el bacalao se ha convertido en objeto de deseo de los ladrones, como ha ocurrido en Ourense esta misma semana. Bien, pues los que cortan el bacalao, o sea, los que mandan, con la ministra Yolanda Díaz en el papel de musa inspiradora al frente, han proclamado que hay que poner un tope a la cesta de la compra. De nada han servido las voces disonantes de personalidades de la Economía advirtiendo del peligro que correría la libre competencia. Pero a los que mandan se la bufa la competencia. De hecho, han llegado muy lejos con su incompetencia. La idea de intervenir los precios no es nueva. Regímenes comunistas la han reproducido a lo largo de la Historia y a lo ancho de la geografía mundial con idéntico resultado. Si tú, por ejemplo, fijas un precio máximo al cartón de huevos, el resultado será que no habrá huevos en ningún estante de ninguna tienda. Para entenderlo mejor: si a los que producen, distribuyen y comercializan los huevos les tocas los huevos no harán ni el huevo. La razón es sencilla: no les saldrá rentable. Por huevos.

Esto de fijar topes no parece buena idea. Ni siquiera una idea realizable en una economía de libre mercado. Sin embargo, sí se me ocurren algunas cosas a las que podríamos, deberíamos, poner tope cuanto antes. Por ejemplo: un tope al gasto público que vive a espaldas de la tragedia de gastar más que ingresa. Un tope al número de ministerios inútiles. Un tope al número aún mayor de organismos e instituciones innecesarias. Un tope a las campañas de publicidad gubernamental absurdas que tan caras nos cuestan. Un tope a la voracidad recaudatoria de un Estado insostenible. Un tope a los pactos inconfesables del Gobierno de España con quienes quieren destruir España. Un tope a las iniciativas unilaterales como la de dar la mano a Marruecos y el culo a Argelia. Un tope a las mentiras, las propuestas populistas, las injerencias en la independencia de la Justicia, las reformas que deforman la Educación… Hay tantos topes que poner que no sé dónde poner el tope.

Mientras escribo estas líneas me llega la noticia de que el Congreso de los Diputados se va a gastar un millón de euros en renovar los teléfonos móviles de última generación de sus señorías. ¡Qué poco señorío! Y nosotros aquí preocupados por tonterías como el recibo del gas o el precio del pan. ¡Con la realidad hemos topado! Nosotros a pote y ellos a tope.

Itxu Díaz - Dios salve a la Reina (y condene al gasto público)

Querido compadre Quero:

Se ha muerto la Reina de Inglaterra. Guardemos un salto de párrafo de silencio.

Tengo el móvil inundado de memes sobre su muerte. Algunos llevan tantos años esperando su momento de gloria que vienen diseñados en Spectrum. Puede que España sea el país más divertido del mundo para morirse. Quiero decir, para que ver cómo se muere otro. He dedicado tantas horas a ver los vídeos, chistes y memes sobre la Reina de Inglaterra que casi olvido leer tu carta, que debía estar volando de Madrid a Galicia cuando se produjo el deceso real.

Inglaterra es un buen ejemplo de la función de la monarquía parlamentaria. Cuando todo se desvanece, la democracia agoniza, las instituciones se prostituyen, la separación de poderes se diluye, o cuando el debate parlamentario se convierte en una jungla imposible, tener una institución de cierto prestigio que permanece más o menos inalterable a lo largo del tiempo resulta útil, aunque solo sea para contener la tentación de la revolución y el caos. Los ingleses lo tienen tan asumido que cuando van a entregarse a la revolución y al caos deciden hacerlo desde los balcones de Magaluf y no en Londres, por lo que pudiera pensar la Reina.

Por lo demás, no me ha sorprendido la idea de Yolanda Díaz sobre el tope a la cesta de la compra. Es una mujer valiosa e inteligente y esta es la típica idea que no se le había ocurrido a nadie hasta ahora. Brillante, Yoli. Aunque yo tengo una mejor: la gratuidad. ¿Por qué no hacemos que todo sea gratis para siempre? ¿Eh? Y así todos seremos felices como lo fueron los rusos de la Unión Soviética, o como lo son los chinos hijos, nietos y bisnietos del maoísmo. Que el Señor nos conserve la paciencia para sobrellevar a este Gobierno de merluzos que, pese a todo, no nos merecemos.

Analizando tu propuesta de topes de urgencia que el ejecutivo podría poner, me sumo con entusiasmo al del gasto público. Para muchas familias resulta un insulto que el Gobierno no deje de despilfarrar mientras nos obliga a nosotros al ahorro. Si entre todo el Consejo de Ministros lograran juntar media neurona, con el horizonte económico que se cierne sobre España, alguien, al menos uno, habría sugerido, aunque sea en voz baja, la contención en el gasto. Pero no. Según la izquierda la pobreza debe ser obligatoria y para los ciudadanos. El Estado y sus altos funcionarios siempre encuentran una razón para seguir actuando como manirrotos.

No obstante, veo razonable lo de la renovación de teléfonos del Congreso. Con un poco de suerte el proveedor no será está vez Villarejo. Yo lo que espero es que en vez de móviles Sus Señorías adquieran tamtanes, porque con la brasa que nos están dando con salvar el planeta, no creo que sea buena idea arrojar a la basura 349 teléfonos móviles, con sus correspondientes baterías y otros componentes más contaminantes que las obras completas de Fidel Castro.

A ver. Vamos a jugar al mismo juego coactivo que emplea el Gobierno con el asunto climático: ¿Saben Sus Señorías que una sola batería de un móvil podría contaminar 600.000 litros de agua, es decir, el equivalente al consumo total de todos los hogares españoles durante un día? ¿Saben que los teléfonos que van a desechar y los que van adquirir contienen más 40 sustancias tóxicas? Qué feo todo. Si al menos fueran como el Falcón de Sánchez, que está hecho con papel de cebolla y funciona con compost...

En fin, compadre, te dejo hasta la semana que viene que me caliento, como el clima.

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