Opinión

El jamón salvará el mundo

Itxu y Quero.
photo_camera Itxu y Quero.

Querido compadre Quero. 

Esta semana puede resumirse en un elocuente titular de agencias que salió en todos los periódicos, y no es para menos: “El Congreso aprueba este martes tramitar la ley para abolir la prostitución del PSOE”. Nada que añadir. 

Como te imagino preparando las cosas para venir a verme a Galicia en agosto, tengo que advertirte algo: se ha venido abajo un viaducto en la A-6, cerca de Piedrafita. Lo pensaban abrir este verano, así que estás de enhorabuena, porque has salvado la vida de milagro. Desde que a Sánchez le dio por remover la momia de Franco, la maldición nos persigue. ¿Quién le mandaría tocar a los muertos? Que esta misma semana ha caído sobre Extremadura una plaga de langostas que dejaría en un chiste cualquier película de Alfred Hitchcock, si bien no llega al extremo de angustia y terror que provocan los últimos precios de la gasolina. Me parece una broma de mal gusto que el Parlamento Europeo aprobase el martes prohibir la matriculación de coches de combustión en 2035. ¿Quién demonios va a matricular un coche de gasolina con estos precios? Si lo que todo el mundo está intentando es venderlo. 

Hablando de coches, hace unos días le preguntaron a la alcaldesa de La Coruña por los problemas de aparcamiento en la ciudad y la respuesta me dejó noqueado. “Si usted se compra un coche es su problema, no el mío, ni el de la ciudad. Si usted se compra una vaca, será porque tiene un establo”. Así que estoy preocupadísimo con todo esto, porque me he dado cuenta de que no tengo establo en casa y ahora no sé dónde aparcar mi maldita vaca.

Ya sabes, querido amigo, que vivimos en la era del apocalipsis diario. El mundo se acaba tantas veces al día que ya no me da tiempo ni a angustiarme. Los medios nos hablan ahora de una inminente hambruna global. La verdad es que el trigo ha subido un 56% y está todo el mundo como loco. Gracia a Dios, a mí no me afecta. No como trigo. Soy más de carne, pescadito frito, empanada gallega, y pasteles de chocolate. Lo lamento muchísimo, eso sí, por las tórtolas y los petirrojos. Y por ti, que creo recordar que no puedes empezar el día sin un puñadito de trigo en ayunas. Siempre has sido un pájaro.

Lo que no me cansaré de defender es el jamón serrano. El jamoncito nos alegra los días, nos levanta el espíritu, nos da la vida. Literalmente. Leo en la prensa que un camarero de Chueca ha salvado su vida en medio de un tiroteo porque las balas impactaron contra una pata de jamón. Un tuitero comenta divertido la noticia: “¿Puede hacer esto el tofu, veganos?”. Personalmente, podría alimentarme a diario de jamón y queso. En Galicia tenemos ahora cosas extraordinarias en ambos mundos. Recuérdame que te lleve a probar este verano el jamón de castaña de Coren, junto al descubrimiento de los vinos de la tierra fue la mejor epifanía de mis días orensanos.

Por lo demás, andan las tertulias echando humo con el asunto de Argelia. Hay un montón de expertos en geopolítica y sesudos ex embajadores analizando el asunto cuando cualquier tertuliano de Sálvame sería más apropiado. Todo es más sencillo de lo que parece. No perdamos de vista que hay dos gigas y medio de fotos de Sánchez en pijama poniendo morritos ante el espejo circulando por los despachos presidenciales de medio mundo. Conseguirán lo que quieran de nosotros hasta que el presidente decida marcharse a casa, pero sinceramente es más fácil que tu consigas adelgazar, que yo aprenda a escribir en chino, o que llueva café en el campo, o que una aguja pase por el ojo de un camello. 

Qué razón tenía, compadre, Pío Cabanillas Gallas: “Utilizáis argumentos racionales, y en política esos son los últimos que se pueden emplear”. 

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