Opinión

El misterioso acertijo de la amistad

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Lo supe nada más llegar. No se conocen de nada. Pero algo les lleva a saludarse. Aquí todo el mundo se saluda todo el rato. Los ourensanos pasan la mitad de su vida saludándose en la calle y la otra mitad diciéndose adiós, también en la calle. Tienen casas porque son grandes amantes de la tradición, pero rara vez hacen uso de ellas, salvo para convocar allí fiestas y banquetes y poder saludar a un montón de gente, y después despedirla. 

A QUIÉN SALUDAR

A todos. Que los límites los ponga tu imaginación. Si quieres tener un millón de amigos, en Ourense es sencillísimo. Abrázate al panadero, reparte besos a todas las camareras, si encuentras a un amigo por la calle, haz que se entere todo el mundo de lo mucho que os queréis, y si alguien viene a casa a revisar los extintores, déjale pasar y sírvele un café con pastas. No se extrañará si extiendes la invitación a tu casa de campo el próximo fin de semana. Dile que tienes allí también un montón de extintores. Así podrá desplumarte dos casas por el precio de una. 

AMIGO

Un amigo de verdad es aquel del que eres capaz de recordar su nombre, al menos en alguna ocasión,  y sin abrir su Facebook. Sé que es complicado pero a mi me pasó una vez. No sé, llamé a un tipo por su nombre, me sonaba de algo su cara, y entonces él se dio por aludido y fue una sensación muy singular. Un amigo. Lo de la amistad es una cosa increíble. 
Con un amigo puedes tomarte una caña, salir a pasear, y saludarlo y despedirlo por la calle tantas veces como quieras. A un amigo también le puedes pedir dinero, contarle tus aventuras y avances en las redes sociales, y en general, cualquier otra forma de tortura que se te ocurra. Los amigos lo aguantan todo excepto que te aficiones a meterles el dedo en el ojo. Incluso en esta ciudad, donde la mayor parte de la gente esgrime un carácter afable, cordial, y educado, hay muchas personas que se molestan si les metes el dedo en el ojo. Es incomprensible que se enfaden por eso y no te retiren la palabra, por ejemplo, por dejarles pagar en un restaurante sin forcejear ni nada, que es algo mucho más grosero.  

QUIÉN PAGA

En la zona de vinos y tapas, que más o menos incluye toda la provincia, es de muy buen gusto invitar a los demás. En particular, al colectivo de los periodistas y escritores, se les debe invitar con alegría e insistencia. Los escritores y periodistas, por razones evidentes, somos los únicos que nos podemos dejar invitar sin batirnos en duelo para evitarlo. Para todos los demás: no puedes dejar que te inviten sin que haya sangre por medio. 
Aunque pelearse en verano y con este calor es algo de muy mal gusto, si lo haces para intentar hacerte con la cuenta estarás haciéndote fielmente a las costumbres locales. Yo he visto a señoras tirarse de los pelos por pagar el té en las terrazas de Santa Eufemia, y yo mismo he tumbado de un derechazo a un amigo, dejando su cadáver junto a la barra del Tamarindo, para evitar que la cuenta de los cubatas corriera de su bolsillo. Nada grave. Cosas de casa.

CÓMO DESPEDIRSE

En Ourense, el único modo que tienes de despedirte de un amigo al que has salido a saludar por la calle es empujándole por las escaleras. En la zona vieja hay un montón de escaleras y en algunas, si quieres, le puedes partir un montón de huesos. Eso es genial porque así podrás ir a saludarlo y despedirlo cuando quieras al hospital, y él, en camilla, no podrá hacer nada para evitarlo. 

La muerte, que no es el final, es un modo de despedirse tal vez demasiado drástico. No obstante, en esta ciudad la gente se despide por las noches como si no fueran a volver a verse en la vida, quizá por eso en la mañana se alegran tantísimo de verse. Es como si fueran conscientes de que han burlado por fin a la muerte otra noche más. Despertarse aquí, sin duda, es una pequeña victoria.

DAR UNA FIESTA

Si tienes pocos amigos, da una fiesta. Convócala en Facebook -naturalmente en el lugar equivocado y con la fecha adelantada- y cuando hayas conseguido librarte de toda esa panda de invitados inesperados, elige un lugar acogedor donde puedas convidar a tus nuevos amigos, a algo que realmente no puedan olvidar jamás. 

Si quieres puedes ofrecer una mariscada, la exhibición de poderes económicos facilita las amistades. Pero si lo haces, dale un punto exótico, porque lo más importante es evitar que la gente se aburra: mi consejo es que antes de empezar a cenar dejes corretear las piezas de marisco por la mesa. Ponles nombres cuquis y respeta un severo protocolo al presentar a víctimas y depredadores. Advierte a los comensales que si no son lo suficientemente educados con las nécoras, serán expulsados de inmediato del banquete. Luego deja correr el vino hasta que todo el mundo se haga amigo de todo el mundo. Después lárgate sin pagar. Verás cómo todos se mueren por volver a verte mañana. Aunque sea para darte una paliza.

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